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sábado, 11 de julio de 2020

ALGUNAS LEYES DE SALUD Y DE BELLEZA




PASTOS MENTALES: NUESTRAS FUERZAS MENTALES de PRENTICE MULFORD


NUESTRAS FUERZAS MENTALES DE PRENTICE MULFORD 

Cap. XIV - ALGUNAS LEYES DE SALUD Y DE BELLEZA 

Nuestros pensamientos modelan nuestra fisonomía y le dan su expresión peculiar. Nuestros pensamientos determinan las actitudes, el aspecto exterior y hasta la forma de todo nuestro cuerpo. 

La ley de la belleza y la ley de la perfecta salud son una misma. Ambas dependen enteramente de nuestro estado mental, o digámoslo en otras palabras: de la clase de pensamientos e ideas que proyectamos hacia afuera y que de fuera recibimos. 

La expresión de fealdad o de maldad que ofrecen muchas personas no viene sino de la inconsciente transgresión de una ley, hállese esa expresión en la juventud o en la ancianidad. Toda forma de decaimiento que aparece en el cuerpo humano, toda forma de debilidad, todo lo que en la apariencia personal de un hombre o de una mujer despierta en nosotros la repulsión, es producto del estado mental predominante en esa mujer o ese hombre. 

La naturaleza ha puesto en nosotros lo que algunos llaman instinto y que nosotros llamamos la más elevada razón, pues proviene del ejercicio de unos sentidos mucho más finos y poderosos que nuestros sentidos exteriores o físicos, la cual nos lleva a despreciar todo o que es repulsivo o deforma- do, todo lo que muestra signos de decaimiento o de enfermedad. De ahí la innata tendencia que existe en la humana criatura de huir de todo lo imperfecto y de solicitar y estimar todo lo relativamente perfecto. Nuestra más elevada razón quiere substraerse a todo lo que es enfermedad o decrepitud, como huye de toda otra forma o signo de decadencia del cuerpo, exactamente del mismo modo que abandonamos una prenda de vestir sucia o rota. El cuerpo es nuestro vestido actual, como también el instrumento usado por nuestra mente y nuestro espíritu. El mismo instinto o razón que nos hace desear un cuerpo bien conformado y hermoso es el que nos lleva a desear también un traje bien confeccionado y elegante. 

A nosotros y a las generaciones anteriores a nosotros, época tras época, se advirtió que era una necesidad inevitable y una ley absolutamente natural, aquí y en todos los demás pueblos y tiempos, que después de haber vivido un cierto número de años nuestro cuerpo debe envejecer y perder todos sus atractivos, y también que nuestra inteligencia se debilita a medida que vamos envejeciendo. Muchas veces habrán mis lectores oído decir que la mente no tiene poder alguno para rehacer su propio cuerpo decaído, renovándolo continuamente. 

No existe ninguna ley en la naturaleza que haga necesaria siempre la vejez del cuerpo humano, como han envejecido los hombres en los tiempos pasados; antes de la invención de los ferrocarriles, podía haberse dicho igualmente que el hombre viajaría siempre en diligencia; o que, antes de inventarse el telégrafo, los pobladores de diferentes países se comunicarían siempre por correo; o que el pintor sería siempre el encargado de conservar y perpetuar con su pincel los rasgos fisonómicos del hombre, antes de haberse descubierto que el sol estampa nuestra propia imagen sobre un papel. 

Todo esto es hijo de nuestra profunda ignorancia, la cual nos deja ver sólo lo que es, pero nos oculta lo que puede ser en el orden de las cosas naturales. Es un estúpido desatino mirar siempre hacia atrás, con lo poquísimo que del pasado conocemos, y decir luego que en el pasado está el imperativo índice que nos señala inequívocamente lo que habrá de ser en lo futuro. 

Si este planeta ha sido lo que nos enseña la geología, vemos que en las edades primitivas fue asiento de fuerzas más bajas, más groseras, más violentas que ahora, más abundante también que ahora en formas animales y vegetales, y hasta en organizaciones humanas muy inferiores a las de ahora, no siendo las actuales formas otra que un refinamiento y un verdadero progreso de las primitivas, lo cual es un indicio y una prueba de que, como han progresado hasta aquí, progresarán también en lo futuro. Y un progreso en este sentido significa siempre un aumento de poder, como el acero es mucho más duro que el mineral de hierro de donde procede; y el hombre, entre todas las organizaciones conocidas, es el que posee mayores poderes, pero nadie sabe hasta dónde pueden llegar esos poderes. 

Entre la gente pensadora de este país y de otros países, no hay duda que muchos miles de hombres se hacen en su fuero interno, secretamente, esta pregunta y otras preguntas semejantes: “¿Por qué hemos de envejecer y debilitarnos, perdiendo la fuerza y con ella lo que es la recompensa mejor de la vida, ahora precisamente que hemos adquirido la experiencia y la sabiduría que nos hacen más aptos para vivir?” La voz de las multitudes siempre es algo así como el murmullo precursor de una gran verdad. Toda aspiración o profundo deseo de las masas empieza siempre por ser una aspiración o un deseo secreto, que nadie se atreve a comunicar ni siquiera a sus amigos, por el temor del ridículo. Sin embargo, es una de las leyes de la naturaleza que toda aspiración, callada o expresada, trae el cumplimiento de la cosa deseada proporcionalmente a la intensidad del deseo y al número creciente de personas que desean aquello mismo, quienes, mediante la acción reunida de sus mentes sobre una cosa determinada, ponen en movimiento la fuerza espiritual que provee a toda verdadera necesidad, aunque no como esto último se entiende en las escuelas filosóficas más conocidas. Millones de criaturas expresaron, en silencio, generación tras generación, el deseo de obtener medios para viajar más rápidamente y para comunicarse también más rápidamente los hombres entre sí, y esto trajo la invención del vapor y del telégrafo. Otras preguntas y otras aspiraciones han de tener muy pronto entera contestación, aspiraciones y preguntas que hoy expresan calladamente las multitudes; pero en los primeros tiempos, en los primeros ensayos para contestar a esas preguntas y para hallar los medios de cumplir o realizar las cosas deseadas y que se han juzgado imposibles, se incurrirá, naturalmente, en muchas equivocaciones y estupideces, muchos desatinos y tonterías; habrá muchas quiebras y ruinas, cayendo el ridículo, como siempre, sobre los que se atrevieron a seguir nuevos caminos. Esto explica que hubiera por lo menos diez quiebras de ferrocarriles y diez explosiones de calderas en los primeros tiempos del empleo del vapor, por cada una que se cuenta hoy día. Pero cuando una verdad se pone en camino, avanza en línea recta a despecho de toda clase de equivocaciones y de ruinas, acabando por demostrarse a sí misma triunfalmente. 

Disfrutamos de dos clases o categorías de edad: la edad del cuerpo y la edad de la mente. El cuerpo, en cierto sentido, no es más que un producto, una organización momentánea destinada a servir únicamente un día. Nuestra mente es un producto, una organización muy distinta, que nació hace millones de años y que en su progresivo crecimiento ha ido empleando multitud de cuerpos, y con el uso de estos muchos cuerpos ha ido creciendo y formándose, desde su primitivo origen, hasta su condición actual, con todo su poder y toda su capacidad. Desde las más rudas y groseras formas de vida, hemos llegado a ser lo que somos, pasando a través de gran número de cuerpos. De no ser así no hubiéramos podido pasar por las varias formas de vida o expresión vital tan diferentes de la que nos es propia actualmente; cada cuerpo nuevo que hemos usado, cada nueva existencia que hemos gastado, no es más que uno de los varios vestidos que llevó nuestro ente espiritual; y esto que llamamos muerte no ha sido ni es otra cosa que el abandono de este vestido, por ignorancia de los medios para mantenerlo, no sólo en buen estado, sino también para rehacerlo continuamente y darle mayor fuerza y vitalidad. 

No puede decirse de un modo absoluto que somos actualmente jóvenes; nuestra juventud se refiere tan sólo al cuerpo. Nuestro espíritu es viejo, y con los poderes que ha ido reuniendo en sí mismo a través de las varias existencias vividas, posee ya la capacidad de conservar y defender la juventud, la fuerza, la agilidad del cuerpo físico. Esto puede hacer el ente mental, y de este modo conservar la propia belleza, la salud, el vigor y todas las demás cualidades que han de tornarnos atrayentes a los otros, como inconscientemente, por culpa de una equivocada dirección espiritual, podemos también usar de estos mismos poderes para hacernos a nosotros mismos repugnantes, débiles, enfermos, sin ningún atractivo. Según hagamos uso de este poder en alguna de estas dos direcciones, nos hará feos o hermosos, sanos o enfermos, atrayentes o repugnantes, todo eso con referencia a la vida propia de este planeta. Fuerza es, pues, que lleguemos, si no en ésta en alguna futura existencia, a ser absolutamente perfectos en lo físico, porque la evolución de la mente, de la cual la evolución de nuestros cuerpos no es más que una muy tosca imagen, se dirige de contínuo hacia lo mejor, lo más elevado, buscando las regiones de la serenidad absoluta, de la felicidad inmanente. 

Este poder de que hablo es nuestro propio pensamiento. Todo pensamiento es una cosa tan real, aunque no la podamos ver con los ojos físicos o externos, como un árbol, una flor, un fruto. Nuestros pensamientos están continuamente moldeando nuestros músculos y ponen su forma y sus movimientos en concordancia con su carácter. Si nuestro modo mental, predominante es siempre resuelto y decidido, nuestra manera de andar será también resuelta; y si nuestros pensamientos tienen constantemente ese carácter, nuestra apariencia toda, nuestro modo de conducirnos, mostrará que si decimos una cosa la hemos de mantener. Si nuestro modo mental se caracteriza por la irresolución, apareceremos siempre ante la gente indecisos, como irresoluta será nuestra manera de andar, de presentarnos, de hacer uso de nuestro cuerpo; y esto, si dura un tiempo muy largo, deformara nuestro cuerpo, del mismo modo que, cuando escribimos muy apresuradamente, el estado premioso de nuestra mente hará que tracemos mal las letras y hasta que expresemos peor aún nuestras ideas; mientras que, si escribimos despacio y con la inteligencia tranquila, nuestra escritura será elegante y graciosa, y expresaremos también con gracia y con elegancia nuestras ideas. 

Es probable que todos los días pensemos, un momento u otro, en algún aspecto o carácter especial de nuestra propia fisonomía, simpático o antipático. Si nuestros pensamientos son constantemente amables, nuestro rostro tomará una expresión amable; pero si la mayor parte del tiempo permanecemos en un estado mental rencoroso o malhumorado, esta clase de pensamientos pondrá en nuestro rostro una expresión repulsiva o antipática. Además, estos pensamientos envenenarán nuestra sangre, nos harán dispépticos y arruinarán nuestra complexión, pues en el propio laboratorio de nuestra mente habremos generado elementos tóxicos, aunque invisibles, sin contar que, a medida que formulamos esta clase de pensamientos, por la ley de la naturaleza, nos atraemos elementos-ideas de la misma clase formulados por otros hombres. Pensamos o disponemos nuestra mente en el modo de la desesperanza o de la irritación, y enseguida vienen a nosotros, en mayor o menor cantidad, elementos ideas de la misma clase formulados en aquel momento por los desesperanzados o irritados que viven en nuestra misma población o ciudad. Es como si hubiésemos cargado nuestro electroimán, que es nuestra mente, con una corriente-idea de tendencia destructora, y en seguida, por la ley que rige este fenómeno y por la propiedad del elemento idea, son atraídas todas las demás corrientes mentales de la misma naturaleza. Si pensamos en el asesinato y en el robo, en virtud de esta ley nos ponemos en espiritual correspondencia y relación con todos los asesinos y ladrones del mundo. 

Nuestra mente, pues, puede hacer a nuestro cuerpo hermoso o feo, fuerte o débil, de acuerdo siempre con los pensamientos que formula y con la acción que sobre ella ejerzan los pensamientos de los demás. Si se lanza el grito de ¡Fuego! en un teatro lleno de gente, muchos de los asistentes se quedarán completamente paralizados por el miedo, y quizá eso no ha sido más que una falsa alarma. Solamente a la idea del fuego, el sentimiento del horror ha obrado sobre el cuerpo, robándoles toda energía. Con tanta fuerza ha obrado en muchos casos la idea o el modo mental del miedo, que a varias personas, bajo su acción, se les ha vuelto en pocas horas blanco el cabello. 

Los pensamientos de angustia, de mal humor o de irritación, afectan perniciosamente la digestión. Un choque mental súbito, inesperado, puede hacer perder a una persona el apetito por completo o causar en su estómago una revulsión hasta obligarla a arrojar lo que ha comido. Los casos en que el daño causado al cuerpo por el miedo o cualquier otro estado mental pernicioso es tan grave y tan súbito, son relativamente escasos; pero, no menos gravedad, son a millones los cuerpos perjudicados de este modo en todo el mundo. La dispepsia puede venirnos tanto de los alimentos que comemos como de los pensamientos que tengamos mientras estamos comiendo. Podemos haber comido el pan más sano y más sabroso que haya en el mundo; pero si al comerlo nos hallamos en estado de mal humor, pondremos acidez en nuestra sangre, acidez en nuestro estómago y acidez en nuestra fisionomía. Si comemos en un estado de ansiedad mental, con la preocupación de si hemos de comer más o menos, aunque de momento pueda no causarnos perjuicio, lo cierto es que con la comida habremos absorbido elementos de angustia, de preocupación, de impaciencia, los cuales irán envenenando nuestra sangre. Por el contrario, si mientras comemos nos procuramos un estado mental sosegado y alegre, con los alimentos ingerimos también sosiego y alegría, haciendo cada vez más que estos elementos y cualidades formen parte de nosotros mismos. Y si una familia se sienta a la mesa y come silenciosamente, o se pone a comer con una especie de aire de resignación forzosa, como diciendo cada uno de sus individuos: “¡Bueno, he aquí que hemos ya de hacer lo mismo otra vez!”, o el jefe de la familia se encierra en sí mismo y no piensa más que en sus negocios o en las noticias que ha leído en los diarios de robos, asesinatos y escándalos de todas suertes, y a su vez la reina de la casa se encierra en su sombría resignación o en sus cuidados caseros, podemos afirmar que en aquel hogar, con la comida, se han ingerido también elementos mentales de inquietud, de muertes, de latrocinios y de otras substancias mórbidas que producen cierta proclividad a lo horrible y espantoso; y como resultado de todo esto, la dispepsia, en alguna de sus variadas formas, atacará más o menos tarde a quienes estuvieron sentados a la mesa, desde el uno al otro extremo. 

Si la expresión habitual de una fisionomía es el mal humor, no hay duda que los pensamientos que se esconden tras esa fisionomía son de mal humor también. Si las comisuras de la boca de una persona aparecen caídas hacia abajo, significa que la mayoría de los pensamientos e ideas que salen de esos labios son de tristeza y desesperanza. Hay rostros que no incitan a la gente a trabar relación con sus dueños, y eso es debido a que el tal rostro no es sino un reflejo de los pensamientos que se esconden tras él, pensamientos que seguramente no pueden ser comunicados a los demás, y tal vez ni a sí mismos siquiera. 

El estado mental predominante de la impaciencia, o sea el vicio de querer hallarse en un sitio determinado antes que el cuerpo haya tenido tiempo de ir a él, es la causa de que muchos hombres anden inclinados hacia delante, debido a que, en el modo mental indicado, nuestro espíritu, nuestro real aunque invisible YO, lo primero que arrastra con su impaciencia es naturalmente la cabeza, demostrando esto que el hábito mental que predomina en nuestra existencia es el que va conformando el cuerpo a su propio modo de ser. Un hombre que sabe contenerse nunca tiene impaciencia, pues acierta siempre en el modo de reprimir o retener sus propios pensamientos, su poder, el impulso de su espíritu, sobre todo en el momento en que el espíritu ha de hacer uso del cuerpo, que es su instrumento natural. Del mismo modo que la mujer que tiene la costumbre de dominarse, aparecerá en todos sus movimientos siempre graciosa, por la razón de que su espíritu tiene el completo dominio de sí mismo y manda como quiere en su propio cuerpo, sin impacientase por llegar a ningún sitio ni para alcanzar lo que está tal vez a gran distancia de su cuerpo. 

Cuando estamos elaborando un plan para llevar adelante algún proyecto, o negocio, o empresa, en verdad estamos construyendo algo con los invisibles elementos de nuestro espíritu, que no por ser invisibles dejan de ser tan reales como lo es una máquina o artefacto de hierro o de madera. Apenas estos planes o propósitos son iniciados, empiezan a atraernos toda clase de elementos invisibles para facilitarnos su exteriorización y poderlos convertir en substancia visible o física. Cuando tememos alguna desgracia o vivimos con el miedo de que nos ha de suceder algo malo, también damos lugar a la atracción de elementos invisibles, de elementos espirituales, pero de calidad inferior, poniendo en juego la misma ley exactamente, la cual en este caso nos trae tan sólo elementos destructores, de conformidad siempre con los elementos ideas emitidos por nuestra mente. La ley del triunfo es la misma ley de la derrota, según como se haga uso de la misma; la fuerza que desarrolla el brazo de un hombre lo mismo puede arrancar a otro de un peligro que hundir un puñal en su corazón. Cuando pensamos algo que está dentro de lo posible, en realidad estamos construyendo la cosa aquella, la cual nos traerá fuerzas y elementos que nos ayudarán o nos perjudicarán, de conformidad con el carácter de los pensamientos que hemos emitido. 

Si pensamos siempre en que nos hemos de hacer viejos y mantenemos fija en la mente la imagen de nuestra propia ancianidad y decrepitud, con toda seguridad envejeceremos rápidamente, de manera que nos habremos hecho viejos nosotros mismos. Si incesantemente nos vemos a nosotros mismos sin ayuda de nadie y desvalidos, no hay duda que esta imagen nos atraerá elementos mentales que nos harán a la postre débiles, sin ayuda y decrépitos. Si, por el contrario, nos formamos de nosotros mismos un concepto totalmente distinto, mirándonos siempre bellos y fuertes, sanos y alegres, manteniendo con persistencia la imagen de todo esto en la mente, y, alejando toda idea de decrepitud, no queremos tampoco creer en lo que dice la gente acerca de que necesariamente hemos de envejecer, no vendrá nunca la ancianidad para nosotros. Ya que sólo envejecemos porque creemos que ha de ser forzosamente tal como opina la mayoría de la gente. 

Si nos formamos mentalmente un ideal de nosotros mismos sano, fuerte y bello, con los invisibles elementos que este ideal nos atrae, aumentamos nuestra salud, nuestra fuerza y la belleza de nuestro cuerpo. De manera que nuestra mente podemos convertirla en un verdadero imán con el cual nos atraigamos, según sean nuestros pensamientos, salud o enfermedad, debilidad o fuerza. Si gustamos de pensar siempre en las cosas verdaderamente fuertes que la naturaleza encierra, como las montañas de granito o las encrespadas olas del mar, en las más furiosas tempestades, atraemos sobre nosotros los elementos de fuerza que ellas contienen. 

Si formamos hoy pensamientos de salud y de fuerza, y mañana desesperanzados los abandonamos, no por eso quedará destruido lo que espiritualmente hubiésemos ya construido con ellos, pues la cantidad de elementos constructores que se han adicionado a nuestro espíritu ya no los perderemos jamás. Con tales desalientos lo que hacemos es atraernos elementos de debilidad que detienen o paralizan la construcción de nuestra sana estructura, pues aunque el espíritu se ha fortalecido con la adicción de elementos sanos, no es suficientemente fuerte para devolver al cuerpo la fuerza que le habremos quitado con nuestras ideas de debilidad o desaliento. 

Formular constantemente pensamientos de salud e imaginarnos a nosotros mismos idealmente sanos, fuertes y bellos es la piedra angular de nuestra salud y nuestra belleza. Aquello que pensamos con mayor persistencia es siempre aquello que somos y lo que hacemos. Como decir, es verdad que no se dice nada; pero el que está tendido en su lecho de enfermo no suele pensar nunca: Yo estoy fuerte, sino que, por el contrario, se dice casi siempre: Estoy muy débil. El hombre dispéptico no piensa jamás: Tengo un buen estómago, sino que domina constantemente su cerebro esta idea: No puedo digerir nada, y efectivamente no puede, debido en realidad a la persistencia de esta idea. 

En verdad que tiene el hombre grandes aptitudes para creer en sí mismo y para mantener en su cuerpo toda clase de enfermedades, y aun muchas veces se sirve inconscientemente de ellas para despertar en los demás simpatía y cariño; pero esto es muy pernicioso. Tratemos ya el cuerpo como es debido y, juntando nuestra fuerza mental con la fuerza mental de otros, digamos: ¡Salga la enfermedad de mi cuerpo!, y no dudemos que los elementos de debilidad que se alberguen en él desaparecerán de nuestro cuerpo. Satanás abandonaba el cuerpo de los hombres cuando imperiosamente se lo ordenaba el hijo de Nazaret. Y todas las enfermedades que padecemos no son otra cosa que formas distintas de Satanás, las cuales se crían y crecen en nosotros. El vigor y la salud se cogen del mismo modo que se coge una enfermedad cualquiera. 

No son pocas, ciertamente, las personas que darían quizás una parte de su vida para poseer otra vez la flexibilidad muscular y la agilidad de un muchacho de doce años, a fin de poder correr, saltar y trepar por los árboles, pues sería su mejor gusto hacer todas esas cosas. Si se pudiesen fabricar y vender piernas y brazos con toda la agilidad de la primera infancia, no hay duda que los pedirían con afán todos esos hombres y mujeres robustos, pero cuya extraordinaria gordura apenas les permite moverse. No se comprende cómo ha podido la humanidad resignarse, sin más que una débil protesta, a que el hombre fuese adquiriendo, según envejecía, mayor pesadez y mayor torpeza en sus movimientos, vi- viendo en las peores condiciones lo menos la mitad de su vida. El hombre ha llegado a transigir y avenirse con esa falta de movimiento, con esa inercia, y le ha dado el nombre de dignidad. De consiguiente, un hombre, un padre, un ciudadano, uno de esos pilares del Estado, se ha convenido que no está bien que corra y salte como un muchacho; pero en realidad es porque no puede. Lo que ahora hacemos no es otra cosa que pretender disimular nuestros defectos, y aun al ver que nos atan por todos lados, decimos: “Esto ha de ser así, no puede ser de ningún otro modo”. Y hasta muchas veces hacemos lo posible para apresurar la ruina de un órgano sano, como el joven presumido que, teniendo buena vista, usa lentes. 

Existen infinidad de posibilidades que ignoramos en la naturaleza, en los elementos, en el hombre y fuera del hombre; y estas posibilidades se descubren tan pronto como el hombre conoce la manera de hacer uso de estas fuerzas sobre la naturaleza y sobre sí mismo. Estas posibilidades y los milagros son exactamente una misma cosa. 

La maravilla del teléfono surgiendo súbitamente en medio de las gentes de dos siglos atrás, hubiera sido calificada de milagro, y sin duda hubiera llevado a la cárcel o a la hoguera a la persona que usara el aparato. Todas las manifestaciones no corrientes y bien conocidas de los grandes poderes de la naturaleza eran entonces atribuídas al diablo, y es que realmente los hombres de aquellos tiempos participaban más que nosotros de la naturaleza del diablo, o sea de los elementos inferiores, los cuales, según ya tengo dicho, han ido continuamente progresando y afinándose, en la expresión más elevada del pensamiento, para el mayor placer y la mayor comodidad del hombre.


RELACIONADO: NUESTRAS FUERZAS MENTALES

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jueves, 19 de julio de 2018

Salud: Importante, Saber Respirar y Saber Comer.



Saber respirar y saber comer

En las escuelas de meditación enseñan que una de las principales fuentes de prana es la respiración. El aire inspirado y espirado con atención y con determinadas técnicas, llamadas pranayamas, es capaz de centrarnos y cambiarnos el humor de un momento a otro. Ese tipo de técnicas puede aprenderse fácilmente con un instructor especializado y, si las ponemos en práctica, se convierten en un verdadero tesoro para el resto de nuestra vida.

Otra de las fuentes de prana es la comida. Qué comemos y cómo comemos. No todos los alimentos nos nutren igual. Una dieta basada en alimentos naturales, no procesados, sin tantas harinas refinadas o azúcar nos va a dar la posibilidad de estar más en armonía.

Por otro lado, deberíamos poder frenar un rato para comer, regalarnos ese momento y darle un mínimo de atención y dedicación porque ese es nuestro combustible. A veces nuestras prioridades están un poco alteradas. Pero eso se resuelve tomando conciencia.

También es importante, por supuesto el descanso: respetar ciertas horas de sueño, tratar de no invadir el lugar donde dormimos con pantallas e intentar, por más que parezca difícil, reservarnos un momento durante el día para conectarnos con nuestra respiración y nuestro interior.
Por otro lado, tratar de estar al aire libre, en contacto con entornos naturales y hacer ejercicio físico consciente, como yoga o chi kung, también ayudan a conectarnos con nosotros, elevar nuestra energía y dejar que fluya por nuestro cuerpo.

Elevar el prana en nuestro cuerpo es elevar nuestras defensas, nuestra determinación y disposición para vivir e incluso nuestro ánimo

Por último, y tal vez lo más importante, meditar, observar nuestros pensamientos y sentimientos. Aunque no lo parezca, somos permeables a todo: los entornos donde nos movemos, las personas con las que tratamos a diario, los programas de televisión y la música que consumimos. 

Por eso es tan necesario poder volver a nuestro centro una y otra vez, recargarnos desde nuestra propia fuente, prestarnos más atención.

Como todo en la naturaleza, en nuestra vida hay ciclos. Ciclosdonde estamos más activos y ciclos en los que estamos más cansados. No somos máquinas y no tenemos por qué serlo. Es bueno decirle eso a nuestras propias exigencias.

Darle espacio al descanso en todos los niveles nos ayudará a tener una energía más estable. Pero también ser conscientes de que podemos hacer algo para equilibrarla y dirigirla adonde vale la pena. ​

MAS INFO: https://buenasiembra21.com/

sábado, 19 de mayo de 2018

No ignores tu voz interior cuando intenta decirte que algo no va bien





No ignores tu voz interior cuando intenta decirte que algo no va bien
Por Paradigma

Muchas veces por ser muy prácticos y racionales, restamos importancia a esos mensajes que vienen de lo más esencial de nuestro ser para prevenirnos, alertarnos y sugerirnos rutas a tomar. Algunas veces podemos sentir que somos paranoicos y desconfiados, pero solo cuando aprendemos a darle rienda suelta a esa comunicación es cuando nos damos cuenta de la sabiduría que hay en esa voz contenida.

La intuición se asocia con la manera que tiene el alma de manifestarse ante lo que debemos evitar y lo que debemos procurar, a medida que nosotros aprendemos a escuchar sus mensajes, vamos abriendo ese canal de comunicación, pudiendo tener acceso a él cada vez que sea necesario.

La intuición nos hará sentir la energía frente a las experiencias y sentiremos ese: “no sé qué”, “no puedo explicar esto, pero…”, “todo pinta bien, pero hay algo que no me termina de encajar”, “esa persona tiene algo que…”, “no lo conozco, pero me da confianza…”, “quizás esté equivocado, pero algo dentro de mí me empuja a…” y con todos estos mensajes y muchísimos otros de ese estilo, sentiremos que debemos alejarnos o acercarnos más a alguien o a algo.

No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. ― Steve Jobs”


Por lo general no podremos justificar, ni argumentar de manera concreta por qué nos cargamos de ciertas sensaciones y menos el haber tomado una decisión basado en la intuición, pero generalmente nos daremos cuenta de que escuchar esa voz fue lo mejor que pudimos haber hecho.

Ahora bien, la única traba en este proceso, resulta de que nuestra mente y su manifestación como ego, también tiene una vocecita parecida, que puede limitarnos, que puede sembrar el miedo en nosotros, que puede hacernos sentir inseguros, con tal de mantenernos en nuestra zona de confort, donde poco cambia, donde todo está bajo control… ¿Cómo distinguirla? A través de la práctica, de la evaluación de resultados y especialmente de la paz que caracteriza haber escuchado nuestra intuición, versus la zozobra que lleva consigo nuestra dramática mente.

“La única cosa realmente valiosa es la intuición. ― Albert Einstein”

Las energías se sienten, se perciben, cuando sentimos que rechazamos sin motivo aparente o explicable alguna situación, un lugar o a una persona, no le demos tantas vueltas al asunto, estamos percibiendo algo que nos hace reaccionar, alejarnos o ser muy cautelosos. No menospreciemos esa capacidad de sentir al mundo, más allá de la lógica, de lo tangible y demostrable.

Somos seres espirituales, pero generalmente no le sacamos mucho provecho a esa evolución que tenemos ciclo tras ciclo acumulando. Ante la duda, solo cierra tus ojos y siente el camino a tomar. Si te acostumbras a hacerlo, vivirás exactamente las experiencias que necesitas, aprenderás lo necesario y te ahorrarás el volverlas a transitar.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
 http://paradigmaterrestre.com/no-ignores-voz-interior-cuando-intenta-decirte-algo-no-va-bien/

martes, 24 de abril de 2018

Permanecer sentado no sólo afecta al corazón, también a la memoria.



Vinculan los hábitos sedentarios con la disminución de regiones cerebrales importantes para la formación de nuevos recuerdos. | Los Tiempos

Publicado el 17/04/2018

Permanecer sentado durante mucho tiempo durante el día y no realizar actividad física se ha relacionado por años con enfermedades cardiovasculares y del metabolismo. Sin embargo, un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, va más allá e indica que esto también influye en la salud del cerebro, hasta el punto de que puede perjudicar regiones que son fundamentales para la formación de la memoria.

El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, señala que un abuso en esta posición -permanecer sentado- afecta al lóbulo medio temporal, una zona cerebral que es crítica en la formación de la memoria.

Los investigadores quisieron analizar este tema, porque son muchos los estudios que se han hecho sobre las consecuencias del sedentarismo para la salud física.

También se realizaron varios sobre cómo la actividad física beneficia la actividad cerebral y baja el riesgo de trastornos neurológicos como el alzhéimer. No obstante, hasta el momento no se habían explorado las consecuencias para el cerebro de permanecer sentado durante gran parte del día.

El estudio

En la investigación reclutaron a 35 personas de entre 45 y 75 años y les preguntaron sobre sus niveles de actividad física y el número promedio de horas por día que pasaron sentados la semana anterior.

Cada persona fue sometida a una resonancia magnética de alta resolución, que proporciona una vista detallada del lóbulo temporal medial, o MTL, una región del cerebro involucrada en la formación de nuevos recuerdos.

Los investigadores encontraron que el sedentarismo es un importante predictor de adelgazamiento de la MTL y que la actividad física, incluso a niveles altos, es insuficiente para compensar los efectos nocivos del sedentarismo durante periodos prolongados.

Resultados

Este estudio no prueba que pasar demasiado tiempo sentado provoque estructuras del cerebro más delgadas, sino que las dos cosas están relacionadas.

Además, los investigadores se centraron en las horas que pasaron sentados, pero no preguntaron a los participantes si hicieron algún paréntesis durante este tiempo.

DATOS

Género, raza y peso.
 Los investigadores esperan seguir a un grupo de personas durante más tiempo para determinar si el sedentarismo provoca el adelgazamiento cerebral y qué papel podrían desempeñar el género, la raza y el peso en la salud del cerebro relacionada con el sedentarismo.

Demencia y alzhéimer.
El adelgazamiento de esa zona cerebral puede ser un precursor del deterioro cognitivo y la demencia en adultos de mediana edad y adultos mayores. Según los estudios, la reducción del comportamiento sedentario puede ser un objetivo posible para las intervenciones diseñadas para mejorar la salud cerebral en personas con riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer.

FUENTE: http://www.lostiempos.com/tendencias/salud/20180417/permanecer-sentado-no-solo-afecta-al-corazon-tambien-memoria

miércoles, 7 de marzo de 2018

Carl Gustav Jung, la física cuántica y la mente espiritual: una visión mística del siglo XXI.



Carl Gustav Jung, la física cuántica y la mente espiritual: una visión mística del siglo XXI.

Por Diogo Valadas Ponte y Lothar Schäfer


Cuando René Descartes declaró que el mundo consistía en dos clases de materia, es decir, la sustancia pensante y la sustancia extendida, y cuando Isaac Newton declaró que “Dios en el principio formó la Materia en partículas sólidas, masivas, duras e impenetrables partículas móviles”, la ciencia occidental entonces se convirtió en una forma de materialismo, y cualquier cosa que no era materia no importó. Cuando Darwin introdujo el materialismo de Newton en la biología, el tener o no tener cosas se convirtió en la esencia de la vida, y la codicia y la agresión se convirtieron en las virtudes

naturales de nuestra sociedad, segregando un individuo del siguiente, un país del otro y una especie de la continuadora. De esta manera, el mundo clásico era un mundo segregativo, y todos los aspectos de la vida se veían afectados: las ciencias físicas no tenían nada que ver con la ética, la filosofía no tenía nada que ver con las artes y el orden del universo no tenía nada que ver con la forma en que debemos vivir. Como lo describió Jacques Monod:


“El hombre debe despertar de su sueño milenario y descubrir su total soledad, su aislamiento fundamental. Debe darse cuenta de que, como un gitano, vive en el límite de un mundo extraño; Un mundo que es sordo a su música, y tan indiferente a sus esperanzas como a su sufrimiento o sus crímenes”.

En este ambiente totalitario materialista, Carl Gustav Jung tuvo el coraje de proponer que nuestra mente está guiada por un sistema de formas, los arquetipos, que son poderosos, aunque no llevan ninguna masa o energía, y que son reales aún siendo invisibles. Los arquetipos existen, como lo describió Jung, es un “sistema psíquico de naturaleza colectiva, universal e impersonal”. Fuera de este sistema, las formas invisibles pueden aparecer en nuestra mente y guiar “nuestra imaginación, percepción y pensamiento”.

Como resulta, las ideas revolucionarias de Carl Gustav Jung sobre la mente humana están en perfecto acuerdo con los descubrimientos de la Física Cuántica, que durante el siglo pasado también fue un shock, porque revelaron los errores fundamentales de la Física Clásica y condujeron a un cambio radical en la visión occidental del mundo. Los fenómenos cuánticos nos obligan ahora a pensar que la base del mundo material no es material y que hay un reino del mundo que no podemos ver, porque no consiste en cosas materiales, sino en cosas y formas no-materiales. Estas formas son reales, aunque invisibles, porque tienen el potencial de aparecer en el mundo empírico y de actuar sobre nosotros. Forman un reino de potencialidad en la realidad física, y todas las cosas empíricas son emanaciones de este reino. Hay indicios de que las formas en la potencialidad cósmica que son patrones de información son como los pensamientos en nuestra mente. En consecuencia, el mundo ahora nos aparece como una totalidad indivisible, en la cual, todas las cosas y personas están interconectadas y la conciencia es una propiedad cósmica.

En este ensayo, describiremos las similitudes entre la psicología de Carl Gustav Jung y la ontología cuántica. Nuestra descripción mostrará que la enseñanza de Jung es más que la psicología: es una forma de espiritualidad. Por “espiritualidad”, nos referimos a una visión del mundo que acepta lo numinoso en el fundamento del orden cósmico. De la misma manera, la Física Cuántica es más que la física: es una nueva forma de misticismo, que sugiere la interconexión de todas las cosas y seres y la conexión de nuestras mentes con una mente cósmica.

La Física Cuántica y la Fundación Espiritual del Mundo Empírico
Si queremos caracterizar la psicología de Carl Gustav Jung en una sola frase, podemos decir que la Psicología Analítica, encarnada en la estructura del arquetipo, nos lleva a la visión de que hay una parte del mundo que no podemos ver, un reino de Realidad que no consiste en cosas materiales sino en formas no materiales. Estas formas son reales a pesar de que son invisibles, porque tienen el potencial de aparecer en nuestra mente y actuar en ella. En las siguientes secciones, mostraremos que esta visión del mundo es idéntica a la ontología de la Física Cuántica. Nuestra descripción es necesariamente corta, pero el lector interesado encontrará muchos detalles y referencias en otras obras; Particularmente, en el libro, “Infinite Potential: What Quantum Physics Reveals About How We Should Live”

La base del mundo material es no-material
El primer aspecto del mundo cuántico que tenemos que considerar se refiere al hecho de que la base de las cosas materiales es no-material. Esta visión está en completo contraste con nuestra experiencia del mundo, pero es continuadora de la mecánica cuántica de Schrödinger, que es actualmente la única teoría que nos permite comprender las propiedades de los átomos y las moléculas. En esta teoría, los electrones en átomos y moléculas no son pequeñas partículas materiales, pequeñas bolas de materia, sino ondas o formas permanentes.

Todos los átomos consisten en un núcleo cargado positivamente, que contiene la mayor parte de la masa de un átomo, y de electrones, que están de alguna manera dispuestos en el espacio que rodea al núcleo. Los electrones son pequeñas partículas elementales: tienen una masa definida y, cuando la vemos, aparece como un pequeño punto: por ejemplo, como un destello en la pantalla de un televisor o una pequeña marca en una película fotográfica.

En contraste con sus apariencias, los electrones en los átomos y las moléculas no son pequeñas partículas materiales o pequeñas bolas que corren alrededor de los núcleos atómicos como los planetas alrededor del sol, pero son ondas estacionarias: cuando un electrón entra en un átomo, cesa de ser una partícula material y se convierte en una onda. Debemos a Max Born el descubrimiento de que la naturaleza de estas ondas son las ondas de probabilidad. Es decir, los electrones en los átomos son campos de probabilidad.

Cuando este aspecto de los electrones se dio a conocer por primera vez no estaba claro. ¿Cuáles son las probabilidades? Las probabilidades son números adimensionales, relaciones de números. Las ondas de probabilidad están vacías y carecen de masa o energía, sólo es información sobre relaciones numéricas. Sin embargo, el orden visible del mundo está determinado por la interferencia de estas ondas. Las interferencias de los patrones de ondas atómicas, por ejemplo, determinan qué tipo de moléculas pueden formarse. Además, las interferencias de las formas de onda molecular determinan cómo interactúan las moléculas. Las moléculas de tu cuerpo, por ejemplo, interactúan de tal manera que te mantienen vivo.

En vista de estas propiedades de las unidades elementales de la materia, debemos concluir que el orden del mundo visible se basa en fenómenos que trascienden el materialismo de la física clásica. Si uno persigue la naturaleza de la materia hasta sus raíces, a nivel de átomos y moléculas, de repente, uno se encuentra en un reino de formas matemáticas y números, donde toda materia se pierde: así, uno es llevado a la idea de que la Base de la realidad no es material.

En este punto, el lector puede notar ya la importancia del mundo cuántico para la psicología de Carl Gustav Jung: El descubrimiento de un reino de formas no materiales, que existen en la realidad física como base del mundo visible lo hace posible Aceptan el punto de vista de que los arquetipos son verdaderamente existentes, formas reales, que pueden aparecer en nuestra mente fuera de un reino cósmico en el cual se almacenan. Por lo tanto, podemos confirmar aquí, sobre la base de los fenómenos cuánticos la opinión de Jung de que “no sólo es posible, sino que es bastante probable, que la psique y la materia sean dos aspectos diferentes de una misma cosa”.

La conciencia es una propiedad cósmica
Un concepto importante que surge en los fenómenos cuánticos se refiere a la totalidad de la realidad física. Por el concepto de totalidad, queremos decir que las cosas aparentemente separadas pueden estar conectadas y pueden actuar instantáneamente unas sobre otras a través de distancias arbitrariamente largas. En un universo holístico, las decisiones tomadas por un observador en una parte del mundo pueden tener un efecto instantáneo sobre el resultado de procesos en otro lugar, a una distancia potencialmente larga. Por ejemplo, un pensamiento que aparece en mi mente en este momento puede aparecer instantáneamente en su pensamiento en otro lugar, en otra parte del mundo. En física, hablamos de “no-localidad” cuando dos partículas que en un momento interactúan y luego se alejan unas de otras, pueden permanecer conectadas y actuar como si fueran una misma cosa, sin importar cuán lejos estén.

En el mundo de las cosas ordinarias, ninguna influencia o señal puede viajar a una velocidad más rápida que la velocidad de la luz. Por lo tanto, cualquier acción tomada en una parte del mundo puede tener un efecto en otra parte sólo después del tiempo que tarda una señal en llegar de un punto a otro. En el mundo cuántico, la situación es diferente: las influencias pueden actuar instantáneamente en distancias arbitrariamente largas; En principio, de un extremo del universo a otro.
El aspecto de la totalidad de la realidad puede describirse de una manera sencilla en relación con las propiedades ondulatorias de las partículas elementales. En la sección anterior, hemos visto cómo los electrones en los átomos son ondas. Cada vez que vemos un electrón, aparece como una partícula material. Sin embargo, dentro de un átomo, es una onda.

Esta metamorfosis de las partículas a las ondas y de las ondas a las partículas es un fenómeno general que no sólo describe los modos de existencia de los electrones, sino que es una característica de todas las partículas elementales, átomos y moléculas. Significa que, cuando vemos lo que llamamos una partícula elemental, aparece como una pequeña cosa material en una posición específica en el espacio. En contraste, cuando tal cosa está por sí misma, como cuando está en el vacío, deja de ser una partícula material y se convierte en una onda. Se puede pensar en este proceso como una transición espontánea de lo que vemos como una partícula desde su estado de partícula hasta un estado de onda.

En el libro “Infinte Potential” este fenómeno se ha descrito de la siguiente manera:
“En la fundación del mundo visible encontramos Entidades que siempre nos parecen como Cosas Elementales cuando interactuamos con ellas. Sin embargo, cuando están solas, se convierten en ondas. Como ondas, han perdido toda la masa y se han convertido en formas puras, patrones de información, algo mental o pensado. En consecuencia, podemos llamar a las unidades de existencia en la fundación del mundo “ETs”, que significa cosas elementales, de pensamientos elementales; O, simplemente, “Entidades.”

Ser una partícula material localizada es un estado de existencia de un ET; Ser una ola no material es otra cosa. Como resulta, el estado de onda es el estado preferido de un ET: Es el lugar a donde irá cuando se deja sola. Como una ola, un ET ha perdido toda su masa. Se ha convertido en una forma no material e invisible y, como las ondas se extienden en el espacio, no tiene una posición específica en el espacio, sino muchas posiciones potenciales. Decimos que un ET en su estado de onda está en un estado de potencialidad. Dado que las partículas materiales, siempre que vemos una, aparecen siempre con una masa específica en un punto específico del espacio, debemos concluir que los ET en un estado de potencialidad no forman parte del mundo empírico. Al hacer una transición a un estado de onda, un ET deja el mundo empírico.

Este fenómeno es general y cósmico: hay un reino del universo que no podemos ver. Es un fondo de formas no materiales, no de cosas. Las formas son reales, aunque invisibles, porque tienen el potencial de aparecer en el mundo empírico y actuar en él. De hecho, ahora debemos pensar que todo el mundo visible es una emanación de un fondo cósmico no empírico, que es la realidad primaria, mientras que el mundo emanado es secundario.
No podemos realmente saber cuál es la naturaleza de los ETs en el fondo no-empírico del mundo. Las indicaciones son que tienen propiedades onduladas. Si es así, debemos pensar que el fondo del mundo visible es como un océano. Los ET en este océano están navegando juntos, como las olas de agua en un océano, de modo que la naturaleza de la realidad es la de una totalidad indivisible.

La totalidad del fondo cósmico también es sugerida por la siguiente consideración: Si los ET en el reino de la potencialidad no formaran un todo coherente, el mundo empírico emanado de la potencialidad cósmica sería caótico. Sin embargo, lo visible no es caótico. Más bien, siempre nos aparece como un sistema coherente.

Como patrones de información, los ET en el reino de la potencialidad son más parecidos a los pensamientos que a las cosas. Los pensamientos generalmente aparecen en una mente consciente. Así, la aparición de formas pensadas en la potencialidad cósmica sugiere que la conciencia es una propiedad cósmica. El universo es consciente y nuestro pensamiento es el pensamiento de la mente cósmica, que encuentra la conciencia en nosotros.

Las mismas conclusiones derivan de la naturaleza holística de la realidad. Por ejemplo, en su libro “The Conscious Universe”, Menas Kafatos y Robert Nadeau han argumentado que, si el universo es una totalidad indivisible, todo sale de esta totalidad y todo le pertenece, incluyendo nuestra propia conciencia. Así, la conciencia es una propiedad cósmica.

Esta visión cuántica de una realidad holística está en perfecto acuerdo con una de las ideas más importantes de Jung; Es decir, la idea arquetípica de Unus Mundus, que Jung y Marie-Louise von Franz derivaron de las características visiones medievales del mundo. En palabras de Jung:
“Sin lugar a dudas, la idea del Unus Mundus se basa en la suposición de que la multiplicidad del mundo empírico descansa sobre una unidad subyacente y que no existen dos o más mundos fundamentalmente diferentes, o se mezclan entre sí. Más bien, todo lo dividido y diferente pertenece a un solo y mismo mundo, que no es el mundo de los sentidos “.

Ontológicamente, este arquetipo significa que hay una realidad que debe estar unida, “aparentemente” dividida, opuesta pero más allá de la ilusión de la materia. El lector notará el acuerdo de los puntos de vista de Jung con la visión cuántica del mundo que hemos descrito anteriormente.

El proceso de individuación es una capacidad innata del individuo para tomar conciencia de Sí mismo. Según Robert K. Forman, tenemos una capacidad innata que es un proceso de transformación imperativo y de larga vida. Este es un impulso para unir lo que está dividido. Jung afirma en “Los arquetipos y el inconsciente colectivo” que yo uso el término “individuación” para designar el proceso por el cual una persona se convierte en un “individuo” psicológico, es decir, una unidad separada e indivisible del “todo”. La búsqueda de la totalidad carecería de sentido en un mundo newtoniano de cosas materiales separadas. En el mundo cuántico, se ha encontrado una base física.
Jung también entendió el proceso de individuación como un impulso religioso, que es un sano arquetipo espiritual que dirige y coordina el flujo de la vida humana. La palabra religiosa se usa en este contexto en el sentido de sus raíces etimológicas, en las cuales Re-Ligare significa “reconectarse”, “estar en comunión” o “reunirse”. Como Anniela Jaffé escribió:

“La individuación debe ser entendida en lenguaje religioso como la realización de lo” piadoso “en lo humano, como el cumplimiento de una” misión piadosa “. La experiencia consciente de la vida se convierte en una experiencia religiosa, se podría decir, una experiencia mística “.
De acuerdo con los aspectos de totalidad que aparecen en la visión cuántica del universo, Jung creía que la psique tiene un impulso natural e innato hacia la totalidad. Henderson ha señalado que:
“Una sensación de plenitud se logra a través de una unión de la conciencia con los contenidos inconscientes de la mente. De esta unión surge lo que Jung llamó «la función trascendente de la psique», mediante la cual el hombre puede alcanzar su meta más elevada: la plena realización del potencial de su Yo individual “.
El anhelo de la totalidad es el verdadero “opus” que subyace a toda la obra de Jung. De acuerdo con la física cuántica, el significado y el propósito de nuestra naturaleza está anclado en el reino numinoso de la realidad. Como Jung describe la búsqueda espiritual:

“El interés principal de mi trabajo no se refiere al tratamiento de la neurosis, sino más bien al acercamiento a lo numinoso. Pero el hecho es que el acercamiento a lo numinoso es la terapia real, y en la medida en que alcances la experiencia numinosa, estás liberado de la maldición de la patología. Incluso la misma enfermedad adquiere un carácter numinoso “.

Este reino invisible, que Jung asumió como “psicoide”, proporciona un campo infinito para el progreso de la relación eje-ego, alimentando la conciencia como un elemento en el cual todo fenómeno colapsa. La física cuántica nos trae un nuevo tipo de realidad, en la que es nuestra tarea liberar nuestro potencial y liberarnos de nuestra ignorancia, la mayor sombra de todas. De acuerdo con la psicología analítica de Jung, la física cuántica nos proporciona sugerencias directas de cómo podemos vivir de acuerdo con el reino numinoso del universo.

Joseph Campbell ha utilizado la metáfora del héroe para describir el proceso en el cual el Ego se une con el yo. En la primera mitad de nuestra vida, nuestro Ego está separado de nuestro inconsciente. Sin embargo, después de este período, tiene un anhelo de llegar a un estado primordial de totalidad, frente a todo tipo de peligros y pruebas. La lengua portuguesa tiene una palabra específica para este anhelo: es decir, saudade. Encontramos este mito en innumerables antiguas enseñanzas espirituales en los escritos de los poetas clásicos, y ahora reaparece en la cosmovisión de la física cuántica. Anniela Jaffé escribe:

“En el lenguaje religioso la imagen de un Dios que busca al hombre tanto como lo busca el hombre a él. Dios busca al individuo para darse cuenta de su alma y de su vida. Expresado psicológicamente: el Sí mismo requiere la personalidad del ego para manifestarse; La personalidad del ego requiere que el Yo sea el origen de su vida y su destino. En el lenguaje religioso esto significa que “Dios necesita al hombre, así como el hombre necesita a Dios”.
Como escribió Jung a Erich Neumann:

“Dios es una contradicción en términos, por lo tanto necesita al hombre para ser un hecho … Dios es una enfermedad que el hombre tiene que curar”.
Las vías de Eddington de un Universo Consciente
En la década de 1930, Sir Arthur Stanley Eddington, un prominente astrofísico británico, fue uno de los primeros físicos que sistemáticamente buscaron aspectos de la conciencia en el universo, concluyendo que “el universo es de la naturaleza de un pensamiento o sensación en una Mente universal” “.

Uno de los argumentos de Eddington se basaba en el hecho de que, cuando los físicos realizan mediciones, sus observaciones tienen sentido, porque los instrumentos de medida están conectados con un fondo significativo de los objetos que se miden. Por ejemplo, cuando observamos el movimiento de un punto de luz a través del cielo por la noche, nuestras observaciones tienen sentido porque conocemos el fondo planetario, donde los planetas giran alrededor del sol. En esta situación, señaló Eddington, las observaciones de los átomos son un problema, porque su fondo no se conoce. Cada vez que vemos un átomo, podemos ver fenómenos que ocurren en su superficie, pero no sabemos, lo que sucede dentro. ¿Por qué el fondo de los átomos no es conocido e incluso incognoscible? Debido a que, como hemos descrito anteriormente, los electrones en los átomos son formas no materiales y no empíricas.

Si la ciencia no tiene nada que decir sobre los bloques de construcción del mundo visible, es un problema que debe ser abordado. Como resulta, no es el único rompecabezas de su tipo. Una situación similar surge, por ejemplo, en la neurología, donde ninguna medida de la superficie de un cerebro puede decirnos qué está pasando en la mente detrás de ella. Eddington sugirió pensar en las dos situaciones juntas, la del cerebro y la del átomo, y concluyó que el fondo de los átomos es mental. Ya que necesitamos algo a lo que podamos adjuntar las mediciones de un átomo.

¿Es nuestra mente una invención de nuestro cerebro? O, ¿tenemos una mente porque el fondo del universo es mental y se expresa en nuestra mente? Para Eddington la “unidad” del universo hizo necesario concluir que, detrás de todas las apariencias empíricas del mundo, “hay un fondo continuo con el fondo del cerebro”. La unidad en este contexto significa coherencia. Que el universo es un sistema coherente puede sugerirse sobre la base de la unidad de nuestra mente:

“Si la unidad de la conciencia de un hombre no es una ilusión, debe haber alguna unidad correspondiente en las relaciones de la mente-materia”.
Si el universo no fuera un sistema coherente, sino una colección aleatoria de pilas desconectadas de desechos materiales, la unidad de nuestro pensamiento sería una ilusión. Por otro lado, si el universo es un todo coherente, la existencia de nuestra mente personal sugiere que el fondo del universo es mental.
De esta manera, Eddington fue llevado a la conclusión de que:

“El universo es de la naturaleza de un pensamiento o sensación en una mente universal “
Aunque son polémicas, las tesis de Eddington están en perfecto acuerdo con los supuestos básicos de Carl Gustav Jung, y con los fenómenos cuánticos, que nos muestran que hay una parte del mundo que no podemos ver, un fondo de potencialidad, que no consiste en cosas, pero de formas. Estas formas son pensadas y son reales porque pueden actualizarse en el mundo empírico y actuar en él. De hecho, todo el mundo empírico ahora aparece como una emanación de un reino de formas invisibles.

Las funciones de onda cuántica son arquetipos

No es una casualidad que el desarrollo de la psicología como ciencia diera un salto cuántico después de 1900, cuando la era de las Ciencias Clásicas llegó a su fin y la era cuántica comenzó. La visión de Jung de la psique humana presupone una estructura del universo que está en perfecto acuerdo con el universo cuántico, pero imposible en el mundo de Newton. Por ejemplo, la suposición de Jung de que existe una parte invisible del mundo, que no consiste en cosas materiales, sino en formas -los arquetipos- es inaceptable en un universo newtoniano, en el que todos los fenómenos dependen de las propiedades de la materia.

El inconsciente colectivo de Jung es una parte no personal de la psique humana. Es un reino de formas -los arquetipos- que puede aparecer espontáneamente en nuestra conciencia y actuar en ella, influyendo en “nuestra imaginación, percepción y pensamiento”. Los arquetipos son “modos típicos de aprehensión”, que modelan, regulan y motivan las formas conscientes en nuestra mente de la misma manera, en las cuales los estados virtuales de átomos y moléculas forman y controlan los fenómenos empíricos. Debemos llegar constantemente al reino de los arquetipos y actualizar sus formas virtuales, para poder vivir y dar sentido a la vida.

La aparición de los arquetipos en nuestra mente muestran nuestra conexión con un orden transpersonal. Más allá de los estrechos confines de nuestra psique personal, señaló Jung, el inconsciente colectivo es:

“Una extensión sin límites llena de incertidumbre sin precedentes, aparentemente sin interior y sin exterior, sin arriba y sin abajo, sin aquí y sin allí, sin mía y sin tuya, sin bien y sin mal … donde estoy indivisiblemente esto y aquello; Donde experimento lo otro en mí mismo y el otro que me experimenta conmigo … Allí estoy totalmente yo con el mundo, tanto que una parte de mi fácilmente se olvida de quién soy realmente”.

Los filósofos y los místicos idealistas han perseguido tales ideas a través de las edades. En el siglo XIX, por ejemplo, Georg Wilhelm Friedrich Hegel enseñó que el “Espíritu Absoluto” es la estructura primaria del universo. Todo lo que existe es la actualización del espíritu, y todo está conectado con él. El Espíritu es todo, crea todo, el pensamiento y el ser, el sujeto y el objeto, lo real y lo ideal, lo humano y lo divino, todos son Uno. Así, concluyó Hegel, nuestro pensamiento es el pensamiento del Espíritu Cósmico, que está pensando en nosotros.

Miles de años antes de Hegel, los sabios indios inventaron la alegoría de las ollas de agua, que se llenan de agua y se colocan en el sol: Usted puede ver el sol en cada una de ellos, pero sólo hay un sol. Del mismo modo, usted puede encontrar la conciencia en innumerables mentes humanas, pero sólo hay una conciencia: la Conciencia Cósmica.

La palabra “conciencia” deriva del latín, “cum” y “scientĭa”, y significa un estado de “sabiduría compartida”. Curiosamente, cuando hablamos de nuestra conciencia y la de otras personas, siempre hablamos de “nuestra conciencia”, y nunca usamos la forma plural hablando de nuestras conciencias. No hay forma plural, porque sólo hay una conciencia: la conciencia cósmica. Si nuestra conciencia personal es simplemente una parte de un sistema cósmico, no es sorprendente que los arquetipos puedan aparecer en nuestra mente y actuar en ella.

Por cierto, en la que describe el mundo, la física cuántica ha llevado a la ciencia al centro de las antiguas enseñanzas espirituales. Por ejemplo, las funciones de onda molecular no tienen unidades de materia o energía. Son formas puras, no materiales. Lo mismo es cierto para los arquetipos de Jung: al igual que las funciones de onda de los sistemas cuánticos, son formas puras, no materiales. En la metafísica de Aristóteles, todas las cosas son mezclas de materia y forma. Sólo había una forma pura: Dios.

El nombre que los químicos cuánticos han dado a los estados vacíos de átomos y moléculas -es decir, llamándolos “estados virtuales” – es una expresión peculiar y uno se pregunta, ¿de dónde viene? Como resulta, el concepto no fue inventado por los químicos cuánticos, sino por Meister Eckhart, un monje dominicano y místico. “Las cosas visibles están fuera de la unidad de la luz divina”, escribió Meister Eckhart, y su existencia en el mundo empírico se debe a la “actualización de su ser virtual “.
¡Qué fenómeno tan impresionante! El mismo término inusual aparece en la mente de un místico medieval y luego, cientos de años después, en la mente de un químico cuántico. El ejemplo muestra que las verdades absolutas pueden aparecer, una y otra vez, con los mismos mensajes a través de miles de años en diferentes mentes, diferentes edades y diferentes partes del mundo. Es difícil evitar la impresión de que nuestras mentes están conectadas con un reino cósmico de pensamientos: el reino de los arquetipos de Jung.

La sincronicidad y el fondo mental del universo
En las teorías de Jung, el concepto de sincronicidad juega un papel importante. El término alemán de Jung, sinngemäße Koinzidenz, significa una “coincidencia según el significado”. Se suele traducir como “coincidencia significativa”, refiriéndose a la coincidencia de dos o más eventos y describe fenómenos en los que un acontecimiento en el mundo exterior coincide de manera significativa con un estado psicológico de la mente; Es decir, dos o más eventos están conectados en un sentido pero no en sus causas visibles. Como lo describe Jung, en la aparición simultánea de eventos sincrónicos “está involucrada otra cosa que no sea la probabilidad del azar”. Específicamente, la sincronicidad consiste en dos factores: (A) Una imagen inconsciente que entra en la conciencia, ya sea directamente o indirectamente (simbolizada o sugerida) en forma de sueño, idea o premonición. (B) Una situación objetiva coincide con este contenido. Una es tan desconcertante como la otra.

Cuando alguien sueña con un evento inusual, y al día siguiente ese mismo evento realmente sucede en otra parte del mundo, entonces estamos tratando con un caso de sincronicidad. Como señaló Jung, tales experiencias son particularmente impresionantes cuando un estado mental interno coincide con un evento externo que “tiene lugar fuera del campo de percepción del observador, es decir, a distancia, y sólo verificable después”.

En el marco de la física clásica, las coincidencias según el significado son imposibles como eventos no aleatorios. Es decir, la física clásica no permite fenómenos físicos causalmente conectados que no impliquen el intercambio de energía o fuerzas físicas. Jung era consciente de este problema. “Nadie ha tenido éxito”, escribió, “al construir un puente causal entre los elementos que constituyen una coincidencia sincrónica”. Sin embargo, no tenía ninguna duda de que la sincronicidad era un fenómeno real “basado en algún tipo de principio o en alguna propiedad del mundo empírico”. Los fenómenos cuánticos hacen posible ahora identificar esta propiedad. Sin embargo, como resulta, no es una propiedad del mundo empírico sino que implica el reino no empírico de la realidad.

La falta de conexiones causales visibles es un aspecto interesante de los eventos sincrónicos. Sin embargo, de la misma manera en que los eventos cuánticos parecen aleatorios, pero son realmente causados por algunos procesos no empíricos, por lo que la aleatoriedad de los eventos sincrónicos es sólo una aleatoriedad aparente. El espíritu cósmico es insondable, pero no arbitrario o estúpido.

La sincronicidad puede implicar más de una sola mente y más de unos pocos eventos. A principios del siglo XX, por ejemplo, Europa pasó por una era de cambios revolucionarios que afectó a todos los aspectos de la vida y mostró todas las características de los acontecimientos sincrónicos. En 1900, por ejemplo, Sigmund Freud inventó el psicoanálisis, y Max Planck fundó la física cuántica. En 1903, Henry Ford fundó la Ford Motor Company, y los hermanos Wright lograron el primer vuelo a motor. En 1905, Albert Einstein desarrolló la Teoría de la Relatividad, y en París el primer espectáculo de arte moderno presentó pinturas de André Derain y Henri Matisse. En 1907, el cubismo fue desarrollado por Georges Braque y Pablo Picasso. En 1910, Arnold Schönberg escribió la primera composición de música atonal. En 1912, Wassily Kandinsky inventó la pintura abstracta. En 1913, Franz Kafka publicó sus cuentos. En 1914, James Joyce escribió The Dubliners y comenzó la Primera Guerra Mundial, y 1917 fue el año de la Revolución Rusa.

Todos estos desarrollos fueron revoluciones en sus campos correspondientes. Percibimos una conexión sincrónica entre estas revoluciones porque tenían un significado común: es decir, cada una de ellas sacaba un campo dado de la superficie visible de las cosas en un reino oculto, abstracto y fundamental del mundo. Por ejemplo, cuando los físicos cuánticos descubrieron el mundo no empírico de la vida, los pintores del arte moderno comenzaron a buscar la esencia de las cosas detrás de su superficie visible y los psicólogos descubrieron el poder oculto del inconsciente. Como Werner Haftmann explica en su fascinante libro La pintura en el siglo XX, las pinturas se volvieron “evocadoras” y dejaron de ser “reproductivas”. Cuando los físicos abandonaron la noción del punto eterno como partícula en la física cuántica, los artistas visuales abandonaron en las pinturas abstractas el punto infinito de la perspectiva, que fue la piedra angular de todas las pinturas clásicas.

Los físicos, por ejemplo, no inventaron los fenómenos de la física cuántica ponderando las pinturas de los artistas modernos. El arte moderno no fue inventado por artistas mientras escuchaban música atonal. Más bien, las diferentes mentes estaban conectadas en la totalidad del fondo mental de la potencialidad cósmica: El espíritu cósmico estaba trabajando en un proceso sincrónico.

Al guiar los procesos de nuestra mente, la potencialidad cósmica ha mostrado sus propiedades mentales. Lo mental no se fractura en el universo en islas aisladas, pero sus pensamientos forman un océano de pensamientos que llena el mundo entero.

La enseñanza de Jung es un logro increíble y una bendición para la humanidad. Ha demostrado que estamos conectados con un reino no empírico del universo en el que podemos encontrar nuestra tarea cósmica. Negar los aspectos trascendentes de nuestra naturaleza puede conducir a serios problemas para nuestra salud física y bienestar espiritual. Nuestra tarea cósmica no es la tarea de los esclavos, que tienen que servir a su creador. No somos los esclavos del espíritu cósmico, sino, más bien, lo somos.



lunes, 5 de febrero de 2018

Científicos descubren cómo la respiración afecta los estados mentales



INVESTIGADORES DESCUBREN LAS "NEURONAS PRANAYAMA"

En la tradición budista tibetana se dice que la mente monta el caballo de los vientos (rlung). Si bien el concepto de "vientos" se refiere a la energía sutil, también abarca la respiración y sugiere que la mente está estrechamente ligada a la respiración. 

Esta misma asociación ocurre en el hinduismo con el prana. Ambas tradiciones entienden que la conciencia y la energía no pueden separarse (la energía es, en su aspecto más obvio, representada por el aire o el aliento).

Milenios después los científicos han descubierto que existe una relación íntima entre la respiración y los estados mentales que, según la versión de la ciencia, son generados por el cerebro. Kevin Yackle, de la Universidad de California en San Francisco, ha llamado a un nuevo tipo de células "neuronas pranayama", debido a su función vinculando el ritmo respiratorio con una respuesta emocional. 
En el estudio realizado se descubrió que, cuando está neurona era destruida en ratones, éstos inmediatamente entraban en un estado de relajación. Yackle cree que esto explica por qué la respiración profunda produce efectos de relajación. Estas neuronas son responsables del control de la respiración y conectan con una región que controla el estado de alerta. 

En el experimento, mediante un fármaco se logró que sólo estas neuronas fueran destruidas; cuando esto ocurrió los ratones empezaron a respirar más lentamente, se dedicaron más a asear su cuerpo y pasaron menos tiempo explorando y olfateando sus alrededores. Los investigadores describen a sus ratones como "super chill out". 

Los científicos señalan que los resultados sugieren un potencial terapéutico al poder regular estados emocionales con patrones de respiración, ya sea que esto ocurra con un entrenamiento (como en el caso del yoga) o con fármacos que en un futuro podrían desarrollarse para atacar a estas neuronas, llamadas preBötC.

POR: PIJAMASURF - 04/02/2017

http://pijamasurf.com/2017/04/cientificos_descubren_como_la_respiracion_afecta_los_estados_mentales/


Un estudio muestra cómo la respiración lenta induce tranquilidad

Los científicos de Stanford han identificado un pequeño grupo de neuronas que comunica lo que ocurre en el centro de control respiratorio del cerebro a la estructura responsable de generar excitación en todo el cerebro.
30 DE MARZO DE2017

Hombre sentado cerca de un microscopio con imágenes azules de un cerebro en una pantalla detrás de él

Mark Krasnow y sus colegas han identificado un pequeño grupo de neuronas que relacionan la respiración con la relajación, la atención, la excitación y la ansiedad.
Steve Fisch

Intentalo. Respire lenta y suavemente. Una sensación penetrante de calma desciende. Ahora respira rápido y frenéticamente. La tensión se monta. ¿Por qué?
Es una pregunta que nunca ha sido respondida por la ciencia, hasta ahora.

En un nuevo estudio, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y sus colegas han identificado un puñado de células nerviosas en el tronco encefálico que conectan la respiración con los estados mentales.

Un artículo que describe los hallazgos fue publicado el 31 de marzo en Science . Mark Krasnow , MD, PhD, profesor de bioquímica, es el autor principal. El autor principal es el ex estudiante graduado de Stanford Kevin Yackle, MD, PhD, ahora miembro de la facultad de la Universidad de California-San Francisco.

Los médicos a veces prescriben ejercicios de control de la respiración para personas con trastornos de estrés. De manera similar, la práctica de pranayama (controlar la respiración para cambiar la conciencia de un estado excitado o incluso frenético a uno más meditativo) es un componente central de prácticamente todas las variedades de yoga.

"Este estudio es intrigante porque proporciona una comprensión celular y molecular de cómo podría funcionar", dijo Krasnow.  

Pequeño grupo de neuronas
El pequeño grupo de neuronas que une la respiración con la relajación, la atención, la excitación y la ansiedad se encuentra en las profundidades del tronco encefálico. Este grupo, ubicado en un área que Krasnow llama marcapasos para respirar, fue descubierto en ratones por el coautor del estudio, Jack Feldman , PhD, profesor de neurobiología en la UCLA, quien publicó sus hallazgos en 1991. Desde entonces se ha identificado una estructura equivalente en humanos.
Diagrama de un cerebro
El diagrama muestra la vía (en verde) que conecta directamente el centro de respiración del cerebro con el centro de activación y el resto del cerebro. 

Cortesía del laboratorio de Krasnow
"El marcapasos respiratorio tiene, en algunos aspectos, un trabajo más difícil que su contraparte en el corazón", dijo Krasnow, quien también es investigador del Instituto Médico Howard Hughes . "A diferencia del continuum unidimensional del corazón al lento a rápido, hay muchos tipos distintos de respiraciones: regular, emocionado, suspirando, bostezando, jadeando, durmiendo, riendo, sollozando. Nos preguntamos si diferentes subtipos de neuronas dentro del centro de control respiratorio podrían estar a cargo de generar estos diferentes tipos de aliento ".

En esa corazonada, Yackle buscó en bases de datos públicas para armar una lista de genes que se activan preferentemente en la parte del tronco cerebral del ratón donde reside el centro de control de la respiración. El término técnico de este centro es el complejo pre-Bötzinger, o preBötC.
Identificó varios de esos genes, lo que permitió a los investigadores identificar más de 60 subtipos neuronales separados, físicamente diferenciados entre sí por sus firmas de activación genética, pero que se unen en el preBötC como hebras de spaghetti bien revueltas. Los científicos pudieron usar estos genes y los productos de proteínas para los que son recetas, como marcadores que les permiten centrarse en los diferentes subtipos neuronales. 

Noquear las neuronas
Ahora los científicos podrían evaluar sistemáticamente el papel de cada subpoblación neuronal en ratones de laboratorio. Con tecnologías avanzadas, podrían destruir selectivamente cualquiera de estos subtipos neuronales, y solo ese subtipo, en función de su firma única de genes activos. Luego pudieron observar cómo la pérdida de este subtipo particular afectó la respiración de los animales. En 2016, en colaboración con Feldman, lograron aislar una subpoblación de neuronas en el preBötC que controla explícitamente un tipo de respiración: suspirar. Noquear estas neuronas eliminó el suspiro, pero dejó intactos otros modos de respiración. El descubrimiento fue publicado en Nature en 2016.

Kevin Yackle
Kevin Yackle
Krasnow y Yackle se propusieron descubrir el papel respiratorio de otra subpoblación de aproximadamente 175 neuronas preBötC que se distinguen por su expresión compartida de dos marcadores genéticos llamados Cdh9 y Dbx1. Se bioingeniería ratones en los que podrían eliminar, a voluntad, las neuronas que llevan estos dos marcadores.

Pero una vez que estos roedores tenían sus neuronas Cdh9 / Dbx1 eliminadas, parecían tomar la pérdida con calma. A diferencia de sus hermanos privados de suspiro, no había laguna en la cartera de variaciones de respiración de estos ratones.

"Al principio me decepcionó", dijo Yackle.
Pero unos días después, notó algo: para los ratones, los animales estaban extraordinariamente tranquilos. "Si los pones en un entorno novedoso, que normalmente estimula mucho el olfateo y la exploración", dijo Yackle, "simplemente se sentaban acicalándose ellos mismos", una prueba de lo que se convierte en dulzura cuando eres un ratón.

Relajarse
Un análisis posterior mostró que, si bien estos ratones aún mostraban la paleta completa de variedades de respiración desde suspiros hasta olfatear, las proporciones relativas de esas variedades habían cambiado. Hubo menos respiraciones rápidas "activas" y más rápidas "olfateando", y más respiraciones lentas asociadas con la relajación.

Los investigadores supusieron que, en lugar de regular la respiración, estas neuronas lo estaban espiando e informando su hallazgo a otra estructura en el tallo cerebral. Esta estructura, el locus coeruleus, envía proyecciones a prácticamente todas las partes del cerebro e impulsa la excitación: nos despierta del sueño, mantiene nuestro estado de alerta y, si es excesivo, provoca ansiedad y angustia. Se sabe que las neuronas en el locus coeruleus exhiben un comportamiento rítmico cuyo tiempo se correlaciona con el de la respiración. En una serie de experimentos, los investigadores de Stanford demostraron que las neuronas preBötC que expresan Cadh9 y Dbx1 no solo se proyectan al locus coeruleus, un nuevo hallazgo, sino que activan sus proyecciones a larga distancia, promoviendo la excitación cerebral.

"Si algo está deteriorando o acelerando tu respiración, necesitas saberlo de inmediato", dijo Krasnow. "Estas 175 neuronas, que le dicen al resto del cerebro lo que está sucediendo, son absolutamente críticas".

"El preBötC ahora parece jugar un papel clave en los efectos de la respiración en la excitación y la emoción, como se ve durante la meditación", dijo Feldman. "Esperamos que la comprensión de la función de este centro conduzca a terapias para el estrés, la depresión y otras emociones negativas".
Otros coautores de Stanford son John Huguenard , PhD, profesor de neurología y ciencias neurológicas; Liqun Luo , PhD, profesor de biología y un investigador del HHMI; ex becaria postdoctoral Lindsay Schwarz, PhD; y el estudiante graduado Jordan Sorkin.

Un investigador de la Chicago Medical School también fue coautor del estudio.
Krasnow es también director ejecutivo del Wall Center for Pulmonary Vascular Disease , miembro del Stanford's Neurosciences Institute , Cardiovascular Institute , Cancer Institute y Bio-X .

El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud (subvenciones HL70029 y HL40959) y HHMI.

El Departamento de Bioquímica de Stanford también apoyó el trabajo.


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