En las escuelas de meditación enseñan que una de las principales fuentes de prana es la respiración. El aire inspirado y espirado con atención y con determinadas técnicas, llamadas pranayamas, es capaz de centrarnos y cambiarnos el humor de un momento a otro. Ese tipo de técnicas puede aprenderse fácilmente con un instructor especializado y, si las ponemos en práctica, se convierten en un verdadero tesoro para el resto de nuestra vida.
Otra de las fuentes de prana es la comida. Qué comemos y cómo comemos. No todos los alimentos nos nutren igual. Una dieta basada en alimentos naturales, no procesados, sin tantas harinas refinadas o azúcar nos va a dar la posibilidad de estar más en armonía.
Por otro lado, deberíamos poder frenar un rato para comer, regalarnos ese momento y darle un mínimo de atención y dedicación porque ese es nuestro combustible. A veces nuestras prioridades están un poco alteradas. Pero eso se resuelve tomando conciencia.
También es importante, por supuesto el descanso: respetar ciertas horas de sueño, tratar de no invadir el lugar donde dormimos con pantallas e intentar, por más que parezca difícil, reservarnos un momento durante el día para conectarnos con nuestra respiración y nuestro interior.
Por otro lado, tratar de estar al aire libre, en contacto con entornos naturales y hacer ejercicio físico consciente, como yoga o chi kung, también ayudan a conectarnos con nosotros, elevar nuestra energía y dejar que fluya por nuestro cuerpo.
Elevar el prana en nuestro cuerpo es elevar nuestras defensas, nuestra determinación y disposición para vivir e incluso nuestro ánimo
Por último, y tal vez lo más importante, meditar, observar nuestros pensamientos y sentimientos. Aunque no lo parezca, somos permeables a todo: los entornos donde nos movemos, las personas con las que tratamos a diario, los programas de televisión y la música que consumimos.
Por eso es tan necesario poder volver a nuestro centro una y otra vez, recargarnos desde nuestra propia fuente, prestarnos más atención.
Como todo en la naturaleza, en nuestra vida hay ciclos. Ciclosdonde estamos más activos y ciclos en los que estamos más cansados. No somos máquinas y no tenemos por qué serlo. Es bueno decirle eso a nuestras propias exigencias.
Darle espacio al descanso en todos los niveles nos ayudará a tener una energía más estable. Pero también ser conscientes de que podemos hacer algo para equilibrarla y dirigirla adonde vale la pena.
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