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viernes, 29 de mayo de 2015

La Medicina como ciencia: menos arrogancia, que tiene poca ciencia





JUAN GÉRVAS — MADRID 24 MAY, 2015


A la vista del escaso valor de los resultados de muchos de los estudios supuestamente científicos, el autor aboga por la duda metódica como instrumento de actuación que, incluso, obliga a ser mucho más respetuosos con la creencias y valores de los pacientes.
Si lo lee le parece increíble

Es increíble pero cierto:
“Los medicamentos de la medicina científica causan 179.000 muertos anuales por los efectos adversos en la Unión Europea (equivalente a la muerte diaria durante un año en accidente de todos los pasajeros y tripulantes del Airbus más grande)”.
“La aplicación de un protocolo para intervenciones quirúrgicas puede haber causado 800.000 muertes en Europa”.
“El 90% de la investigación publicada en medicina es falsa”.
“Las embarazadas, parturientas y madres lactantes sometidas en masa a tratamientos (suplementos de yodo, hierro y vitaminas) y a pruebas innecesarias por la medicina científica”.
“Millones de varones incontinentes e impotentes por tratamientos de urólogos al atribuirles cánceres de próstata en falso, por sobrediagnóstico”.
“La medicina científica emplea pruebas para determinar mutaciones de los genes BRCA sin poder conocer las características de dichas pruebas”.
“Las resistencias a los antibióticos causan, al menos, 25.000 muertos anuales en la Unión Europea”.
“Se han evaluado 3.000 intervenciones habituales de la medicina científica, y apenas el 11% tiene valor demostrado (si se utilizaran correctamente)”.
“Se tira el dinero en investigación en medicina científica: del orden del 85% es puro despilfarro”.
“Millones de mujeres son tratadas como enfermas de cáncer de mama en falso, por sobrediagnóstico, por culpa de la medicina científica”.
“Los innecesarios tratamientos del dolor de espalda por médicos alopáticos (científicos) provocaron un brote de meningitis fúngica en Estados Unidos, con miles de afectados y 37 muertos”.
“Los estudios preclínicos publicados sobre medicamentos para el cáncer se confirman sólo en el 11% de los casos”.
“Es imposible replicar la mayoría de los estudios sobre la medicina científica publicados en las mejores revistas del mundo”.
“Los médicos y científicos reconocen que inventan datos científicos en el 2% de los casos, pero creen que su colegas lo hacen en el 24% de los casos”.
“De 300 artículos publicados sobre el beneficioso tratamiento de la epilepsia con métodos científicos, al final se demostró que el 71% era inútil”.
“Se puede reproducir sólo el 39% de los mayores y mejores estudios en el campo de la psicología científica”.
“Los estudios sobre medicina científica concluyen con datos a favor y datos en contra sin que se pueda decidir qué es lo correcto”.
“Mueren anualmente 500.000 personas de más de 65 años en el mundo desarrollado por culpa de los psicofármacos

http://www.theguardian.com/…/psychiatric-drugs-more-harm-th…
http://equipocesca.org/luces-y-sombras-de-la-ciencia-medica-en-el-siglo-xxi/
http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2813%2962227-8/abstract
http://www.vox.com/2015/2/16/8034143/john-ioannidis-interview/in/7948804
Si no cree que la ciencia está casi ausente de la medicina científica, lea


Los estudios sobre medicina científica concluyen con datos a favor y datos en contra sin que se pueda decidir qué es lo correcto

En todo este asunto lo clave es qué es ciencia y qué es técnica, pues son muchos los que creen que la ciencia y la técnica son cuestiones objetivas y leyes inmutables; sin embargo, ciencia y técnica son productos humanos y por tanto perfectibles y llenos de fallos.

La ciencia y la técnica han logrado grandes avances, pero siempre a costa de grandes fallos. Así, por ejemplo, la teoría de la gravedad precisó de la teoría de la relatividad y ésta no es capaz de explicar todos los fenómenos cuánticos, en especial en torno a los agujeros negros. Las creencias simples sobre la ciencia son muy dañinas, pues conllevan arrogancia que “expulsa” a la crítica y busca y fuerza el consenso en torno a las ideas dominantes, justo una actitud y actividad muy poco científica.

Por ejemplo, en el campo del cáncer todo lo centra la medicina científica en los medicamentos oncológicos. Es un campo de especial sensibilidad social, donde, por ejemplo, puede resultar increíble que los científicos de una firma de California, Estados Unidos, no puedan confirmar los estudios pre-clínicos clave publicados sobre nuevos tratamientos. No se trata de estudios “raros” o “en revistas menores”, sino de publicaciones de impacto tanto por su relevancia como por su difusión. Pues bien, se seleccionaron los 53 estudios fundamentales y se intentaron reproducir sus hallazgos, lo que se logró sólo en 6 casos. Es decir, en el 11%. En el 89% no se pudo determinar si los resultados publicados tenían algún valor. Es un resultado sorprendente e impactante, pero innegable
http://www.nature.com/nature/journal/v483/n7391/full/483531a.html


Casi el 90% de las actividades de la medicina científica tiene una base endeble, desconocida o ninguna

Quizá todo esto se refiera al mundo de la investigación puntera, de estudios de laboratorio en las mejores universidades publicados en las mejores revistas del mundo, y todo sea mucho mejor en el mundo práctico de los médicos científicos, en el día a día de la clínica. Pues bien, se revisaron 3.000 intervenciones clínicas habituales y diarias y se midió su valor: es decir, si estaban científicamente justificadas. Sólo el 11% tenía demostración indudable de que provocaban más beneficios que daños. Y eso suponiendo que se emplearan en las situaciones, pacientes y momentos adecuados. Es decir, casi el 90% de las actividades de la medicina científica tiene una base endeble, desconocida o ninguna
http://clinicalevidence.bmj.com/x/set/static/cms/efficacy-categorisations.html

Estas cuestiones están poniendo en duda el fundamento científico de la ciencia, y desarrollando el campo de la “meta-ciencia”. Se trata de tener menos arrogancia, de ser más transparentes y de tomar medidas que eviten que sea falso más de la mitad de lo que se publica. Es, naturalmente, un problema mundial y así lo reflejan distintas publicaciones que hay que leer para ser más humildes
http://blogs.nature.com/news/2011/09/reliability_of_new_drug_target.html
http://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal.pmed.0020124
http://www.economist.com/news/briefing/21588057-scientists-think-science-self-correcting-alarming-degree-it-not-trouble
http://www.thelancet.com/pdfs/journals/lancet/PIIS0140-6736%2815%2960696-1.pdf
http://www.vox.com/2015/5/13/8591837/how-science-is-broken

¿Qué hacer?


No es que no haya ciencia en la ciencia, es que hay muy poca ciencia en la ciencia. Y menos ciencia en la medicina científica.

Lo clave es mantener una actitud científica de duda sistemática, y dudar de los consensos, de las ideas aceptadas y de las rutinarias. No es que no haya ciencia en la ciencia, es que hay muy poca ciencia en la ciencia. Y menos ciencia en la medicina científica.

Después de dudar conviene buscar. Siempre hay algunas actividades e intervenciones que resisten la duda sistemática. Por ejemplo, es muy útil el consejo del médico de cabecera para que el paciente deje de fumar. Por ejemplo, los cribados (screening) de cáncer no disminuyen la mortalidad por cáncer. Estos principios básicos son fundamentales.

Lo tercero es ser humildes y perder la arrogancia. Cuando ante el cáncer hacemos lo que hacemos, conviene ser prudentes si uno lee un trabajo (un meta-análisis) que concluye que las intervenciones espirituales, religiosas y otras, ayudan al bienestar de los pacientes con cáncer
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25158666?dopt=Abstract

No pasa nada porque los pacientes con cáncer reciban ayuda espiritual, nadie tiene derecho a criticar nada ni a mofarse de nada.

Porque lo cuarto, ante este estado de medicina científica sin ciencia, es respetar la dignidad de los pacientes. Habría que hacerlo siempre, pero siendo tan ignorantes es todavía más importante. La dignidad de los pacientes exige el respeto a sus creencias y valores, que se suelen ignorar en los “Comités de Tumores” en que se deciden los tratamientos a aplicar.

Por último, dichos valores y creencias de los pacientes nos llevan al amplio mundo de la pseudociencias, lo que llamamos medicinas alternativas y complementarias. Se puede pedir a los que las practican que 1/ no prometan milagros (por ejemplo, nadie puede prometer la juventud eterna), 2/ sean prudentes con los signos de alarmas que sugieren complicaciones (por ejemplo, diplopía en un dolor de cabeza) y 3/ no sean puramente comerciantes que quieran enriquecerse a costa del sufrimiento de los pacientes.

Por cierto, justo es eso lo que habría que pedir a la medicina científica.




Médico general jubilado, Equipo CESCA (Madrid, España)jjgervas@gmail.com; mpf1945@gmail.com; www.equipocesca.org;@JuanGrvas

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