Una de las teorías que más me impactó cuando estudiaba psicología fue la teoría de la disonancia cognitiva, de Leon Festinger. ¿En qué consiste dicha teoría? Básicamente, se refiere a la tensión o incomodidad que percibimos en nosotros cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles entre si o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos (o hemos hecho). Esta “tensión” se puede experimentar como culpa, enfado, frustración o vergüenza.
La teoría plantea que al producirse esa incongruencia o disonancia, la persona se esfuerza en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre si. Es decir, cuando percibimos que tenemos dos ideas incompatibles, tenemos que generar nuevas ideas (o modificar las antiguas) para que nuestro sistema de creencias sea coherente. En una frase: no soportamos percibirnos internamente como incoherentes.
Pero esto es mucho más interesante cuando nos centramos en los casos donde hemosactuado de una manera contraria a nuestras creencias. Por ejemplo:
Nos fumamos un cigarrillo aunque sabemos que es perjudicial para nuestra salud
No hemos ido al gimnasio aunque era nuestro objetivo para la semana
La casa que nos acabamos de comprar no responde a nuestras expectativas
En el primer caso, la acción de fumar va contra nuestras creencias de que “queremos vivir una larga vida” y “soy una persona sensata que toma decisiones correctas”. Ya hemos fumado (o lo seguimos haciendo). ¿Qué es más fácil, cambiar una acción del pasado (imposible) o un hábito (improbable), o cambiar nuestras creencias? la más fácil suele ser la tercera opción. Así que tenemos añadimos nuevas creencias, modificamos las que ya tenemos o quitamos importancia a las creencias incompatibles para mitigar la incoherencia (“esto es un proceso lento. No pasa nada porque fume un poco. Ya lo dejaré más adelante”, “los científicos se han equivocado más de una vez. ¿Quién me asegura que es tan malo fumar?”, etc). Podemos modificar nuestras creencias de muchas maneras pero el objetivo final es dar más valor a la opción elegida, al mismo tiempo que restamos valor a la alternativa no seleccionada.
Con el segundo caso, pasaría lo mismo: como modificar un hecho del pasado es imposible (la semana ya ha pasado y yo no he ido al gimnasio), lo único que puedo hacer es cambiar mis ideas internas (“no pasa nada porque no haya ido. Esto son cosas que se notan a largo plazo. Ya iré la semana que viene”).
En el tercer caso, es más fácil cambiar nuestras ideas que vender la casa así que podemos empezar a sacarle puntos fuertes (“es verdad que está hecha una ruina, pero las vistas son muy bonitas”). ¡Lo que sea con tal de no tener este sentimiento interno de incomodidad por haber hecho algo contrario a lo que yo creo de mi!
Como puede verse, la disonancia cognitiva explica muy bien nuestra tendencia a laautojustificación. La ansiedad que conlleva la posibilidad de que hayamos tomado una decisión equivocada (o hemos hecho algo incorrecto), nos lleva a inventarnos nuevas razones o justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto.Es decir, algo que rompe nuestros esquemas de ideas, y entonces es más sencillo para nuestra mente inventar explicaciones alternativas que minicen el impacto de ese algo que afrontar la verdad. Primero actuo, luego justifico mi actuación. Cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho (o dejado de hacer), tratamos de autojustificarnos para reducir el trauma. No soportamos mantener al mismo tiempo dos pensamientos o ideas contradictorias y, automáticamente, justificamos dicha contradicción, aunque sea con nuevas ideas absurdas.
Hay más ejemplos donde aplicamos la disonancia cognitiva. Por ejemplo, cuando deseamos algo y no lo podemos obtener, lo criticamos y le quitamos valor (también aplica en los casos de desamor), o en las llamadas “mentiras piadosas”: esta mal mentir pero nos cuesta decir la verdad, así que le quitamos valor a mentir en ese caso (“es mejor para él/ella que no lo sepa y así no sufre”) para así poder mentir sin tener que soportar una disonancia fuerte.
Es importante hacer notar que para que este efecto se produzca, los sujetos deben tener la percepción de libertad de elección al realizar la conducta. Si somos obligados a hacer algo contra nuestra voluntad, no se produce esa tensión… ¡pero cuidado que autoconvencernos de que nos obligaron también puede ser una autojustificación para reducir la incomodidad.
Entonces, la pregunta final sería: ¿es malo intentar reducir la disonancia? para nada. Es un mecanismo que usamos las personas para nuestro bienestar. Lo único que es importante esser conscientes de cuándo lo utilizamos para no caer en el autoengaño. Es decir, que lo que nos contamos a veces no es tan verdad ni estamos tan de acuerdo, pero lo usamos en un momento dado para sentirnos mejor.
Disfruta de tu “disonancia cognoscitiva”
Disonancia cognoscitiva es un estado de ansiedad mental que se produce cuando aparecen evidencias de que una creencia, decisión o comportamiento propios son incorrectos. No es algo que se disfrute. Desde 1957 se llevan investigando experimentalmente los efectos de estas emociones negativas.
Hay una tendencia en la gente a reaccionar inconscientemente para reducir tal disonancia, para recuperar un equilibrio. Investigaciones recientes demuestran que la disonancia puede ser un obstáculo serio para la apropiada toma de decisiones, ya que se produce un mecanismo curioso: el que la padece se aferra a su primera decisión y elude, minimiza o manipula todo lo que la niega, para reducir el conflicto interno y su disonancia.
Pueden así tomarse decisiones irracionales y arriesgadas, incluso en propio perjuicio. Este mecanismo está detrás de algunascatástrofes militares, según explica Dixon en su revelador “Sobre la psicología de la incompetencia militar”, y de graves decisiones empresariales. En “Why smart executives fail” de Finkelstein, se hablaba de los “zombie businesses”, empresas que sistemáticamente eluden cualquier información que contradiga su visión de la realidad. Así son felices, durante un rato.
También se experimenta un tipo de disonancia ante la amenaza de que te sucedan cosas sobre las que no tienes ningún control. Para reducir esta disonancia, se crea una “disponibilidad heurística” (un sesgo de apreciación en que se confunde la probabilidad con lo imaginable) que tiende a reducir la probabilidad relativa del riesgo de lo que no quieres considerar. Por ejemplo, no te entra en la cabeza que corras más riesgo de sufrir un accidente en tu cuarto de baño que en un avión.
Un caso típico es el tabaquismo. El que fuma mucho experimenta disonancia, porque tiene un hábito (un conjunto continuado de decisiones) que es incompatible con lo que conoce de las probabilidades de contraer cáncer, aparte de otros inconvenientes. Como ésta es una situación incómoda, sabe que es difícil abandonarlo, y no le apetece, inventará justificaciones inverosímiles o minimizará la información médica (disponibilidad heurística) que le llega a su pesar.
Hay una campaña publicitaria que ganó un premio EFI en 2003. La campaña del cigarrillo rubio Nobel llamada“Disfruta tus contradicciones”. Según el fabricante, fue la campaña más exitosa del sector en los últimos años
Yo no sé si calificarla de genial o diabólica, porque como es fácil comprobar en los carteles, está diseñada para reforzar la tolerancia a la disonancia cognitiva del conflicto interno que supone hacer lo que te mata. Es todo un canto a lairracionalidad y a la aceptación de la paradoja, con el objetivo de apoyar al consumidor en su lucha contra cualquier razonamiento sensato. Si se analizara por expertos, posiblemente encontrarían los mismos mecanismos que los psicólogos usan para atenuar los problemas de la disonancia: excepciones, trivialización, reforzamiento, distanciamiento...
Pero por lo que veo, Nobel en 2004 sigue rondando la misma cuota. En 2002 tenía un 5,8%, en 2003, un 5,9%, y en 2004, un 5,7%. Supongo que en Altadis no estarán molestos, porque no podían esperar otra cosa: una campaña en vía pública diseñada para reforzar los propios impulsos, hábitos y decisiones aunque sean irracionales…funciona también con la competencia. Teniendo en cuenta que Altadis tenía un 30% de la cuota de tabaco rubio y un 70% de la de negro, quizá este efecto estaba premeditado: tienen más que ganar ayudando al enganchado a resolver su conflicto interno a favor del tabaco, sosteniendo el sector, anulando las campañas institucionales, que robando clientes a la competencia.
Espero que aparte de esto, no hayan provocado otros daños colaterales en el país…
P.D. Quiero dedicar este post al periodista de la BBC y blogger Iván Noble, fallecido de cáncer, cuyo último post termina con estas palabras: "Quiero terminar con un pedido. Todavía no sé por qué tengo cáncer, pero hay muchos otros pacientes de cáncer que saben por qué están enfermos. Si dos o tres personas dejan de fumar como resultado de lo que escribí, y si uno de ellos se salva de contraer cáncer como resultado, entonces quiere decir que escribir esta columna valió la pena."
La teoría plantea que al producirse esa incongruencia o disonancia, la persona se esfuerza en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre si. Es decir, cuando percibimos que tenemos dos ideas incompatibles, tenemos que generar nuevas ideas (o modificar las antiguas) para que nuestro sistema de creencias sea coherente. En una frase: no soportamos percibirnos internamente como incoherentes.
Pero esto es mucho más interesante cuando nos centramos en los casos donde hemosactuado de una manera contraria a nuestras creencias. Por ejemplo:
Nos fumamos un cigarrillo aunque sabemos que es perjudicial para nuestra salud
No hemos ido al gimnasio aunque era nuestro objetivo para la semana
La casa que nos acabamos de comprar no responde a nuestras expectativas
En el primer caso, la acción de fumar va contra nuestras creencias de que “queremos vivir una larga vida” y “soy una persona sensata que toma decisiones correctas”. Ya hemos fumado (o lo seguimos haciendo). ¿Qué es más fácil, cambiar una acción del pasado (imposible) o un hábito (improbable), o cambiar nuestras creencias? la más fácil suele ser la tercera opción. Así que tenemos añadimos nuevas creencias, modificamos las que ya tenemos o quitamos importancia a las creencias incompatibles para mitigar la incoherencia (“esto es un proceso lento. No pasa nada porque fume un poco. Ya lo dejaré más adelante”, “los científicos se han equivocado más de una vez. ¿Quién me asegura que es tan malo fumar?”, etc). Podemos modificar nuestras creencias de muchas maneras pero el objetivo final es dar más valor a la opción elegida, al mismo tiempo que restamos valor a la alternativa no seleccionada.
Con el segundo caso, pasaría lo mismo: como modificar un hecho del pasado es imposible (la semana ya ha pasado y yo no he ido al gimnasio), lo único que puedo hacer es cambiar mis ideas internas (“no pasa nada porque no haya ido. Esto son cosas que se notan a largo plazo. Ya iré la semana que viene”).
En el tercer caso, es más fácil cambiar nuestras ideas que vender la casa así que podemos empezar a sacarle puntos fuertes (“es verdad que está hecha una ruina, pero las vistas son muy bonitas”). ¡Lo que sea con tal de no tener este sentimiento interno de incomodidad por haber hecho algo contrario a lo que yo creo de mi!
Como puede verse, la disonancia cognitiva explica muy bien nuestra tendencia a laautojustificación. La ansiedad que conlleva la posibilidad de que hayamos tomado una decisión equivocada (o hemos hecho algo incorrecto), nos lleva a inventarnos nuevas razones o justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto.Es decir, algo que rompe nuestros esquemas de ideas, y entonces es más sencillo para nuestra mente inventar explicaciones alternativas que minicen el impacto de ese algo que afrontar la verdad. Primero actuo, luego justifico mi actuación. Cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho (o dejado de hacer), tratamos de autojustificarnos para reducir el trauma. No soportamos mantener al mismo tiempo dos pensamientos o ideas contradictorias y, automáticamente, justificamos dicha contradicción, aunque sea con nuevas ideas absurdas.
Hay más ejemplos donde aplicamos la disonancia cognitiva. Por ejemplo, cuando deseamos algo y no lo podemos obtener, lo criticamos y le quitamos valor (también aplica en los casos de desamor), o en las llamadas “mentiras piadosas”: esta mal mentir pero nos cuesta decir la verdad, así que le quitamos valor a mentir en ese caso (“es mejor para él/ella que no lo sepa y así no sufre”) para así poder mentir sin tener que soportar una disonancia fuerte.
Es importante hacer notar que para que este efecto se produzca, los sujetos deben tener la percepción de libertad de elección al realizar la conducta. Si somos obligados a hacer algo contra nuestra voluntad, no se produce esa tensión… ¡pero cuidado que autoconvencernos de que nos obligaron también puede ser una autojustificación para reducir la incomodidad.
Entonces, la pregunta final sería: ¿es malo intentar reducir la disonancia? para nada. Es un mecanismo que usamos las personas para nuestro bienestar. Lo único que es importante esser conscientes de cuándo lo utilizamos para no caer en el autoengaño. Es decir, que lo que nos contamos a veces no es tan verdad ni estamos tan de acuerdo, pero lo usamos en un momento dado para sentirnos mejor.
Disfruta de tu “disonancia cognoscitiva”
Disonancia cognoscitiva es un estado de ansiedad mental que se produce cuando aparecen evidencias de que una creencia, decisión o comportamiento propios son incorrectos. No es algo que se disfrute. Desde 1957 se llevan investigando experimentalmente los efectos de estas emociones negativas.
Hay una tendencia en la gente a reaccionar inconscientemente para reducir tal disonancia, para recuperar un equilibrio. Investigaciones recientes demuestran que la disonancia puede ser un obstáculo serio para la apropiada toma de decisiones, ya que se produce un mecanismo curioso: el que la padece se aferra a su primera decisión y elude, minimiza o manipula todo lo que la niega, para reducir el conflicto interno y su disonancia.
Pueden así tomarse decisiones irracionales y arriesgadas, incluso en propio perjuicio. Este mecanismo está detrás de algunascatástrofes militares, según explica Dixon en su revelador “Sobre la psicología de la incompetencia militar”, y de graves decisiones empresariales. En “Why smart executives fail” de Finkelstein, se hablaba de los “zombie businesses”, empresas que sistemáticamente eluden cualquier información que contradiga su visión de la realidad. Así son felices, durante un rato.
También se experimenta un tipo de disonancia ante la amenaza de que te sucedan cosas sobre las que no tienes ningún control. Para reducir esta disonancia, se crea una “disponibilidad heurística” (un sesgo de apreciación en que se confunde la probabilidad con lo imaginable) que tiende a reducir la probabilidad relativa del riesgo de lo que no quieres considerar. Por ejemplo, no te entra en la cabeza que corras más riesgo de sufrir un accidente en tu cuarto de baño que en un avión.
Un caso típico es el tabaquismo. El que fuma mucho experimenta disonancia, porque tiene un hábito (un conjunto continuado de decisiones) que es incompatible con lo que conoce de las probabilidades de contraer cáncer, aparte de otros inconvenientes. Como ésta es una situación incómoda, sabe que es difícil abandonarlo, y no le apetece, inventará justificaciones inverosímiles o minimizará la información médica (disponibilidad heurística) que le llega a su pesar.
Hay una campaña publicitaria que ganó un premio EFI en 2003. La campaña del cigarrillo rubio Nobel llamada“Disfruta tus contradicciones”. Según el fabricante, fue la campaña más exitosa del sector en los últimos años
Yo no sé si calificarla de genial o diabólica, porque como es fácil comprobar en los carteles, está diseñada para reforzar la tolerancia a la disonancia cognitiva del conflicto interno que supone hacer lo que te mata. Es todo un canto a lairracionalidad y a la aceptación de la paradoja, con el objetivo de apoyar al consumidor en su lucha contra cualquier razonamiento sensato. Si se analizara por expertos, posiblemente encontrarían los mismos mecanismos que los psicólogos usan para atenuar los problemas de la disonancia: excepciones, trivialización, reforzamiento, distanciamiento...
Pero por lo que veo, Nobel en 2004 sigue rondando la misma cuota. En 2002 tenía un 5,8%, en 2003, un 5,9%, y en 2004, un 5,7%. Supongo que en Altadis no estarán molestos, porque no podían esperar otra cosa: una campaña en vía pública diseñada para reforzar los propios impulsos, hábitos y decisiones aunque sean irracionales…funciona también con la competencia. Teniendo en cuenta que Altadis tenía un 30% de la cuota de tabaco rubio y un 70% de la de negro, quizá este efecto estaba premeditado: tienen más que ganar ayudando al enganchado a resolver su conflicto interno a favor del tabaco, sosteniendo el sector, anulando las campañas institucionales, que robando clientes a la competencia.
Espero que aparte de esto, no hayan provocado otros daños colaterales en el país…
P.D. Quiero dedicar este post al periodista de la BBC y blogger Iván Noble, fallecido de cáncer, cuyo último post termina con estas palabras: "Quiero terminar con un pedido. Todavía no sé por qué tengo cáncer, pero hay muchos otros pacientes de cáncer que saben por qué están enfermos. Si dos o tres personas dejan de fumar como resultado de lo que escribí, y si uno de ellos se salva de contraer cáncer como resultado, entonces quiere decir que escribir esta columna valió la pena."
Lucas Manuel Bietti
Dept. of Linguistics, Macquarie University, Sydney, Australia, y Dept. de Traducción y Ciencias del Lenguaje, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España
Dept. of Linguistics, Macquarie University, Sydney, Australia, y Dept. de Traducción y Ciencias del Lenguaje, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España
No solamente las personas antisociales por alguna lesión cerebral no sienten empatía, culpa o remordimiento a la hora de cometer actos aberrantes y profundamente inmorales hacia otros. Normalmente, personas con un desarrollado sentido moral son capaces de cometer esos actos. Más aún, muchas personas tienen la capacidad de justificar sus actos inmorales u ofensivos. La teoría de la desvinculación moral describe algunos de los mecanismos subyacentes.
Las acciones inmorales son acciones extremas que sobrepasan los límites establecidos por el contexto sociocultural en el que ocurren, que resultan de intenciones subyacentes para reducir la calidad de vida de la víctima, y que se realizan sin sentimientos de empatía con la víctima. Cuando oímos hablar de alguna acción inmoral, tendemos a pensar que su perpetrador es alguien con rasgos de personalidad especiales (p.ej., un psicópata). Sin embargo, frecuentemente las acciones inmorales, son cometidas por gente normal, que en circunstancias diferentes es bien considerada, experimenta sentimientos de empatía, y se preocupa por comportarse de acuerdo a las normas morales, ¿Cómo es posible que gente así realice conductas inmorales y siga llevando adelante su vida sin verse afectados?
Las personas tienden a mantener coherencia y consistencia entre las acciones y los pensamientos. Cuando no es el caso, las personas experimentan un estado de disonancia cognitiva (Festinger, 1957). Por ejemplo, cuando una persona sabe que su vecino maltrata a su esposa y, sin embargo, se queda con los brazos cruzados. En lugar de intervenir de algún modo para obstaculizar la violencia (que condena), justifica la inacción con pensamientos del tipo “todos los matrimonios tienen problemas”. Desde el momento en que conoce el maltrato hasta que decide no intervenir, esta persona experimenta un estado de disonancia cognitiva. En el caso de las conductas inmorales, y debido al enorme costo psicológico que genera admitir que realizamos una acción de ese tipo, la gente tiende a resolver la disonancia modificando sus actitudes para que coincidan con su comportamiento. No obstante, un requisito importante para conseguir un cambio de actitudes es que la persona perciba que ha actuado libremente. Si no es el caso, la persona puede llegar a la conclusión de que su comportamiento respondió a una presión externa, lo que no conllevará un estado de disonancia cognitiva. Por el contrario, si la presión exterior no existe o es sutil, la persona se sentirá responsable de su comportamiento, lo que le llevará a resolver la situación de disonancia por medio de un cambio de actitudes.
La teoría de la desvinculación moral (Bandura, 2002) analiza las herramientas que las personas utilizan para resolver la disonancia cognitiva ante comportamientos inmorales. La desvinculación moral no debe entenderse como un rasgo de personalidad, sino más bien como un mecanismo de resolución que surge de la interacción de la persona con la situación, llevando a la desactivación de los sentimientos de culpa. La desvinculación moral se basa en uno o más de los siguientes cuatro mecanismos:
1) Justificación del acto inmoral: consiste en una reconstrucción cognitiva del acto inmoral, que es interpretado como una acción que será beneficiosa para alcanzar objetivos aceptables según las normas morales y sociales. Esta reinterpretación se sostiene en un pensamiento utilitario que legitima la acción, ya que el logro de un objetivo mayor justifica el acto inmoral. Por ejemplo, un oficial de policía puede justificar la tortura de un presunto terrorista aduciendo que el objetivo de este acto inmoral es conseguir información para prevenir futuros actos terroristas. Otra estrategia de justificación reside en resaltar las ventajas comparativas del acto inmoral en relación a acciones cometidas por otros que serían peores. Por ejemplo, la no intervención de un testigo ante un hecho de violencia se justifica argumentando que esa falta de compromiso tiene mucha menos gravedad que el acto inmoral en sí mismo.
2) Negación y rechazo de la responsabilidad individual: se basa en que el individuo responsable de cometer un acto inmoral sostiene que con su comportamiento no tuvo intención de lastimar a la(s) víctima(s). Normalmente, el individuo dice que las circunstancias lo llevaron a cometer el acto inmoral. El responsable se percibe a sí mismo como si estuviera controlado desde el exterior y, por consiguiente, sin ningún tipo de responsabilidad sobre sus actos inmorales. También podemos encontrar casos en los que el individuo responsable de cometer un acto inmoral se percibe a sí mismo como una parte poco importante del grupo. Por ello, percibe que sus actos no tienen mayores consecuencias y que, al final, no está lastimando a nadie. Entre los ejemplos más comunes encontramos a los ladrones de tiendas que sostienen que eso no es importante porque lo hace mucha gente, así como a las personas que no se preocupan por el medio ambiente porque nadie lo hace.
3) Negación y rechazo de las consecuencias negativas: en este mecanismo de legitimación el foco está puesto en que, al final, las consecuencias de un acto inmoral no perjudicaron directamente a nadie. Por ejemplo, podemos observar el uso de este mecanismo cuando un ladrón de autos expresa que el dueño del auto robado obtendrá uno nuevo porque seguramente el auto robado estaba asegurado, con lo que él no le habrá hecho daño alguno. Este mecanismo predice que, cuando las personas no son enfrentadas con el sufrimiento de sus víctimas, su disposición para cometer actos inmorales aumentará.
4) Negación y rechazo de la víctima: el responsable de cometer un acto inmoral responsabiliza a la víctima, atribuyéndole culpabilidad por la situación. Esto hace que el responsable de las acciones inmorales no sienta culpa, sino un sentimiento de que se encuentra realizando acciones justas y necesarias. En los casos de violencia doméstica, una madre puede legitimar acciones violentas hacia su hijo aduciendo que se lo merecía porque obtuvo una mala calificación en la escuela. Otro modo de desvincularse moralmente de la víctima es la deshumanización, que consiste en un proceso progresivo de degradación que termina sustrayéndole a la víctima sus derechos, rasgos personales y cualquier tipo de característica que pueda generar empatía con otros seres humanos. La tortura y los asesinatos en genocidios y guerras normalmente son legitimados por medio de un proceso de deshumanización.
En conclusión, sin dejar de señalar el cierto grado de reduccionismo en el que se sustenta la teoría de Bandura (2002), creemos que aporta, al menos, un marco para entender los mecanismos de legitimación de actos inmorales por parte de personas normales. La desvinculación es un proceso bidireccional de dos fases: primero, la legitimación ante uno mismo y el grupo social del que formamos parte, y luego, si esta legitimación es efectiva, la superación del estado de disonancia por haber cometido un acto inmoral.
Referencias
Bandura, A. (2002). Selective Moral Disengagement in the Exercise of Moral Agency. Journal of Moral Education, 31, 101-119.
Festinger, L. (1957). A Theory of Cognitive Dissonance. Evanston, IL: Row, Perterson & Company.
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