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viernes, 26 de octubre de 2012

Psicopatocracia: Reflexiones sobre Ponerología Política

Etiqueta: Lo Mejor de la Web, Lobos en piel de oveja, Traducción Signs Of The Times
Jose Gude
Traducción al español por el Averiguador
The Corbett Report / Sott.net
06/07/2010

© Red Pill Press

Después de leer el increíble libro Ponerología Política: Una ciencia de la naturaleza del mal ajustada a propósitos políticos de Andrew Lobaczewski, tuve un trascendental momento de realización (una especie de momento “¡Eureka!”). Debo concluir que ponerología y psicopatía son dos conceptos importantes que explican de la mejor manera el deplorable estado de los asuntos humanos en este mundo y que continúa impactando negativamente en nuestra sociedad, nuestras vidas y nuestro futuro. No, no creo que tenga nada que ver con la “codicia” o incluso con la “debilidad moral” (como tú la definas). Tiene que ver con la psicopatología y su influencia sobre la naturaleza del mal en la sociedad.

Personas en posiciones de poder que sistemáticamente perpetúan el mal se comportan como si fueran una raza humana diferente; un ‘para-Homo sapiens’, por así decirlo. Sin importar cuanta buena voluntad haya en el mundo, sigue habiendo guerra, sufrimiento e injusticia. Parece no importar qué planes, ideologías, religiones o filosofías surjan de las grandes mentes, nada parece mejorar nuestro estado. Y ha sido de esa manera durante miles de años, repitiéndose una y otra vez. Racionalizamos la existencia del mal como parte de la “naturaleza humana”, una parte necesaria de la complejidad del mundo, debido a una permanente codicia o falta de iluminación, disparada por intereses competitivos mutuos y exclusivos, etc.; sin embargo, aquellos que se suscriben a estos principios y actitudes podrían haber efectuado un juicio prematuro y han cerrado el libro sobre el mal sin examinar toda la evidencia proveniente de diferentes, y previamente inexplorados, puntos de vista.

La ponerología y la “exitosa” psicopatología (es decir, no el tipo de “violento asesino serial”, sino del tipo Stalin, Pol Pot, Cheney, Rockefeller, Kissinger, Bill Clinton, o Donald Rumsfeld) explican clínicamente de qué manera las “patocracias” (el sistema de gobierno creado por una pequeña minoría patológica que se hace con el control de una sociedad de no-psicópatas) son creadas y dominadas por aquellos que poseen una anomalía innata (psicopatía) prevaleciente entre el 4 y 6% de la población, que es fisiológicamente incapaz de sentir empatía humana normal. No son emocionales, son egoístas, fríos y calculadores, y desprovistos de todo tipo de estándar moral o ético, y aún así son inteligentes, encantadores, motivados, concentrados, y por lo tanto tienden a alcanzar las más elevadas posiciones de poder ocultando su verdadera naturaleza bajo una “máscara de cordura”. Este concepto se aplica a todas las estructuras jerárquicas de poder existentes.

El psicópata muestra una sorprendente falta de respuesta fisiológica normal, por ejemplo, a palabras “emocionalmente cargadas” tales como “violación”, “muerte” o “cáncer”, sus reacciones emocionales a estas palabras son similares a la reacción a “auto”, “silla”, o “puerta” (lo cual difiere enormemente en sujetos normales). Esta diferencia ha sido claramente demostrada con el escaneo funcional de MRI y PET por parte del Dr. Robert Hare (él también contribuyó con el documental La Corporación, que muestra que las corporaciones de hoy en día – y, por supuesto, el gobierno – cumplen con todos los criterios clínicos de un psicópata).

Utilizando una innata carencia de remordimiento y la habilidad de usar esta “ventaja” en contra de una población que no sospecha de ello (al igual que una misteriosa habilidad para detectar y unificar objetivos con otros psicópatas en el grupo), los objetivos engañosos y predatorios del psicópata dominan, alienan, y manipulan progresivamente al otro 96% de personas no-psicopáticas conduciéndolas a relaciones, comportamientos y la perpetuación de la disfunción institucional sociopática (definida como psicopatía adquirida) a medida que se transforman en los líderes de los centros de poder de la sociedad. Su influencia desafía paulatinamente los valores de los numerosos datos y manipula astutamente a las personas empáticas (que no sospechan de ello o que no pueden comprender que haya gente capaz de tales maquinaciones ya que ellos mismos tienen una conciencia) para su ventaja. La sociopatía infiltra insidiosamente el espíritu de la época y progresivamente se la ve como tolerable, o implícitamente se le permite existir y se disemina a través de la inacción.

Aquí es donde nos encontramos hoy en día, donde, por ejemplo, engañar y mentir parecen ser comportamientos cada vez más prevalecientes y “aceptados”, casi vistos como virtudes para algunos (a menos que sean atrapados en el acto). Este revelador artículo muestra la infiltración de este doble pensar sociopático, justificando el engaño ante el 75% de estudiantes universitarios como un comportamiento razonable para alcanzar el “éxito”, basándose en amenazas abiertamente demostradas por nuestros líderes.

Estos conceptos continuarán moldeando negativamente el presente y futuro de la humanidad a menos que la gente con conciencia despierte de su falta de conocimiento y/o indiferencia ante esta realidad y haga algo para detener la influencia de los psicópatas en la sociedad. Una vez que la máscara del psicópata caiga y su modo de acción sea descifrado y desafiado, su poder sobre sus inconcientes víctimas desaparecerá.

Creo que es así de simple y profundo. ¡Dejemos de darles el pase a los psicópatas y dejar de apelar a ellos consistentemente cada vez! Esta es la única oportunidad que tenemos para revertir la situación, y simplemente involucra acciones personales consistentes para oponerse persistentemente a la psicopatía y a la sociopatía; de lo contrario, nos convertiremos y propagaremos aquello que estamos permitiendo. En otras palabras, como dijo una vez Edmund Burke, “lo único que hace falta para que el mal triunfe es que la gente buena no haga nada”. Nuestra pasividad solo motivará a los psicópatas a buscar más poder y perpetuar su disfuncional visión del mundo llevando, en última instancia, al deterioro de la humanidad.

Respecto a ello, el Experimento Milgram se conecta interesantemente con este concepto. Si desconoces sobre este experimento, en 1961, luego de ciertos juicios por crímenes de guerra Nazis, un psicólogo llamado Stanley Milgram condujo este experimento sobre 40 individuos para probar sus respuestas ante la presión autoritaria. Fueron dirigidos para aplicar lo que ellos creían eran verdaderos shocks eléctricos a otro participante (en realidad, un actor). Los resultados impactaron a todos. Se predijo que solo el 1.2% de los individuos administrarían el mayor voltaje (450 volts); 26 de los 40 participantes (65%) – algunos con conciencias claramente en conflicto – entregaron este shock eléctrico letal. ¡La única presión aplicada en los individuos fue verbal por parte de un hombre en delantal blanco! Podrán imaginar los desastrosos resultados derivados de la combinación de psicópatas sin conciencia como autoridades en círculos de poder ejecutivos y las masas de personas obedeciendo ciegamente semejante “autoridad” en tan grandes proporciones, como se demuestra en este experimento.

Eventualmente, como sociedad, quizás deberíamos considerar un análisis de psicopatía obligatorio antes que cualquier político o autoridad presente su candidatura a puestos públicos, antes que reclutas militares sean alistados, y antes de considerar a cualquier candidato a cualquier tipo de posición de poder con influencia pública. De la misma manera que no permitiríamos a una persona daltónica trabajar, por ejemplo, como controlador aéreo (ya que la inhabilidad de diferenciar ciertos colores pondría a gran cantidad de inconscientes personas en riesgo de desastre...), la sociedad probablemente no debería dejar a un psicópata clínicamente diagnosticado estar en una posición de poder (nuevamente, no darle fósforos a un piromaniaco, o poner a cargo de un centro de cuidados a un pedófilo).

Adicionalmente, no es necesario ni aconsejable que la sociedad juzgue a estas personas moralmente, ya que sus acciones no involucran “juicios morales” per se por parte del psicópata (al menos no en el mismo sentido que las decisiones normales de una persona no-psicópata basadas en luchas internas con la libre voluntad y la elección son clasificadas como “morales” o “inmorales”), pero involucran una inevitable, diseñada o aprendida respuesta fisio-psicológica; no deberíamos juzgar moralmente al daltónico porque no puede ver el color verde. Los juicios morales no atacan la causa del problema, y desvían de las posibles soluciones.

Cuando uno comprende que el mando del poder político y económico está en manos de personas sin conciencia, sin capacidad empática, abre una visión completamente nueva de observar aquello que llamamos “mal”. El mal ya no es una cuestión moral; ahora puede analizarse y comprenderse científicamente. Y debería enfocarse y tratarse de la misma forma que enfocamos y tratamos la neumonía con antibióticos.

Deberíamos eliminar sistemáticamente ("tratar") los efectos perjudiciales de los psicópatas sobre las vidas de otros individuos y la sociedad en general manteniéndolos lejos de las posiciones de poder, debido a su incapacidad fisiológica y psicológica (que las investigaciones, dicho sea de paso, muestran que no pueden ser tratados ni reformados con terapia, castigo, o rehabilitación...). A nivel individual, una forma para los no-psicópatas de tratar con esta situación sería cuestionar respetuosamente a la autoridad en cada oportunidad (ya que esta autoridad podría ser – y probablemente lo sea - psicopática), y consistentemente, forzadamente, y predeciblemente hablar cuando se experimenta o se es testigo de algún comportamiento sociopático en nuestras vidas. De la misma manera que los juicios de Nuremberg determinaron que un soldado no debería cumplir órdenes ilegales, paralelamente quizás debamos apoyar la noción que la gente no debería seguir o condonar silenciosamente los comportamientos sociopáticos o psicopáticos. Esto, por supuesto, es en última instancia una cuestión de elección y responsabilidad personal; sin embargo, una vez que se descubre la dinámica del mal y vista tal como es, seremos más capaces de tomar las decisiones correctas.

Mediante el reconocimiento de esta realidad y la comprensión de los efectos perjudiciales derivados de la combinación de la ponerogénesis psicopática (creación del mal), la propagación de las patocracias a través de la historia, la indiferencia social, y la tendencia natural de la gente normal a someterse a la autoridad, con suerte seremos capaces de actuar de tal manera que podamos crear un mejor futuro para nosotros y próximas generaciones, para que la verdadera naturaleza humana pueda de una vez por todas liberarse de las cadenas y brillar. Sin los impedimentos de las influencias sociopáticas o psicopáticas finalmente tenemos una oportunidad de alcanzar un mundo más pacífico, libre y humano.
http://senalesdelostiempos.blogspot.com.ar/2010/08/reflexiones-sobre-ponerologia-politica.html

Psicopatocracia

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Buenísimo este vídeo donde se explica como es la clase político-financiera que nos gobierna actualmente.
Video sobre las teorías del profesor Andrew M. Lobaczewski “Ponerología política”
de como los psicópatas llegan a la “cima”
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Fuente de la información:  

El psicópata. La máscara de la cordura

Imagine, si puede, no tener una conciencia, ninguna en absoluto, ningún sentimiento de culpa o de remordimiento, sin importar lo que haga, ningún sentido de preocupación por el bienestar de gente ajena, amigos, o hasta miembros de su familia, que pueda limitarlo. Imagine no vivir ninguna lucha contra la vergüenza, ni siquiera una en toda su vida, sin importar qué clase de acción egoísta, perezosa, dañina o inmoral usted haya realizado.

Y finja que el concepto de responsabilidad le es desconocido, excepto como una carga que otros parecen aceptar sin discutir, como tontos crédulos.

Ahora agregue a esta fantasía extraña la capacidad de esconderle a la gente que su psicología es radicalmente diferente a la suya. Puesto que todos asumen simplemente que la conciencia es universal entre seres humanos, ocultar el hecho de que usted no tiene conciencia no necesita casi ningún esfuerzo de su parte.

No es frenado de ninguno de sus deseos por culpabilidad o vergüenza, y otros nunca lo enfrentan por su sangre fría. El agua congelada en sus venas les es tan extraña, tan totalmente fuera de su experiencia personal, que raramente llegan a conjeturar siquiera sobre su condición.

En otras palabras, usted está totalmente libre de restricciones internas, y su libertad desenfrenada para hacer lo que le apetezca, sin remordimientos de conciencia es, favorablemente para usted, invisible al resto del mundo.

Usted puede hacer cualquier cosa, y así y todo su extraña ventaja sobre la mayoría de la gente, que está alineada por sus conciencias, seguirá muy probablemente sin ser descubierta.

¿Como vivirá usted su vida?

¿Qué hará con su ventaja enorme y secreta, y con la incapacidad correspondiente de la gente (conciencia)?

La respuesta dependerá en gran parte de tan sólo lo que sus deseos terminen siendo, porque no toda la gente es igual. Incluso los extremadamente inescrupulosos no son todos iguales. Alguna gente — así tengan o no una conciencia — honran la tranquilidad de la inercia, mientras que otras se llenan de sueños y de ambiciones salvajes. Algunos seres humanos son brillantes y talentosos, algunos son poco despiertos, y la mayoría, con o sin conciencia, se encuentran en algún lugar en medio. Hay gente violenta y no violenta, individuos a quienes los motiva el ansia de la sangre y otros que no tienen tal apetito.

Siempre y cuando no lo paren por la fuerza, usted puede hacer todo lo que quiera.

Si nace en el momento correcto, con un cierto acceso a alguna riqueza familiar, y poseyendo un talento especial para avivar el odio de la gente y el sentido de la pérdida, se las puede arreglar para matar a una gran cantidad de gente que ni lo sospeche siquiera. Con bastante dinero, usted puede lograr esto a distancia, y descansar con confianza observando todo con satisfacción.



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