Adam WEISSHAUPT Los Iluminados de Baviera dijo: “ se buscará la destrucción de la familia”
Charles Darwin dijo una vez: “si podemos motivar a las mujeres a ir detrás de los beneficios materiales, dejarán de tener hijos.”
H. G. Wells muchos piensan que solo fue un escritor de ciencia ficción, pero tiene escritos pro-Nuevo orden mundial, Wells hizo explícito que para llevar a cabo ese proyecto, “debemos destruir y terminar la obsoleta unidad familiar”
Julian Huxley dijo: “Si introducimos una sociedad que devalúe la vida humana y sacamos a la humanidad de su altar como ser privilegiado del planeta, entonces podremos llevarlo a nuestra sociedad controlada como población útil.”
“Propaganda” (1920) de Bernays sentó las bases de la ingeniería social tal y como la conocemos y la sufrimos en la actualidad. El primer ensayo fueron los años veinte (The Happy Twenties). En periodo de entreguerras, instituciones norteamericanas en estrechísima hermandad con las británicas, implementaron la primera revolución sexual: charleston dance, cigarrillos para mujeres, cabarets… el cine sonoro aparece en 1927 de manos de la productora Warner (“The Jazz Singer”), se introduce en la sociedad la cocaína (los Freud y compañía ya la habían estado probando empíricamente años atrás), y las mujeres se cortan el pelo como los hombres. Consecuencias: se quintuplica en Estados Unidos el número de orfanatos controlados por el gobierno, se triplica el número de divorcios, y se multiplica en una proporción no determinada el número de contagios de enfermedades venéreas.
Lavrenti Beria dijo en la reunión de la Internacional Socialista en 1934: “Llevaba un siglo alterar la estructura cultural de una nación. Con los medios que tenemos ahora se puede cambiar en cinco años.”
Lord Bertrand Russell, filósofo eugenista “The Impact of Science on Society” (1951) ya nos habla de una sociedad diseñada y fabricada por una tiranía tecnocrática: “made society”, “design society”, “create culture”… son expresiones cotidianas en la fraseología russelliana. El señor Russell dijo: “Al construir una sociedad narcisista en donde todos están preocupados por sí mismos, la población no se levantará por nada ni nadie; y así el gobierno dominará a cada individuo directamente.” A partir de la segunda mitad del siglo XX, comienza una escalada de ataques a la estructura social y familiar de todo el mundo, con periódicas revoluciones culturales y tecnológicas que arrasarán los resquicios de sustratos culturales genuinos. Apriétense los machos.
Devastación de la mujer; actualización secular del arquetipo femenino: Galton, Wells, Huxley, Russell (todos ellos hombres)… todos hicieron explícito identificar a la familia tradicional como el enemigo a batir en su “sociedad ideal”. Si meditamos en ello es lógico que no haya nada más temible para los globalistas que la capacidad de amor, protección y ternura innatas en toda mujer. Si la fuerza política quiere adoctrinar a las nuevas generaciones, saben que tienen que: a) aniquilar a las madres; o b) convertir a las madres en estériles repetidores de propaganda. ¿Qué hicieron? Hicieron ambas cosas.
Tanto los soviéticos como los banqueros-industriales anglo-americanos (en última instancia, son los mismos) financiaron periódicas revoluciones culturales, que dieron una ilusión de liberación a una mujer que, a partir de ese momento, se vio obligada a competir laboralmente. El éxito inmediato de esta maniobra fue la duplicación de la recaudación fiscal: ahora, el Establishment se garantizaba un doble momio con el saqueo a través de los impuestos tanto del padre como de la madre (los dos trabajan, los dos cotizan, los dos son sangrados). Por supuesto, la maniobra no se quedaba ahí: la educación de los hijos de las llamadas madres trabajadoras fue adjudicada a una recién estrenada televisión que en los años cincuenta y sesenta hace su estelar aparición. Los índices de divorcio se dispararon exponencialmente a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX; también el de los abortos y el de los orfanatos gubernamentales.
Todo el movimiento feminista fue financiado y soportado por las mismas instituciones públicas y privadas que aquí se han citado.(Existen libros muy buenos que tratan este tema; cito por ejemplo, “Seeds of Destruction” de F.W. Engdahl) La implementación de todo esto fue (y es) global, y aunque Europa y Estados Unidos fue su laboratorio de pruebas original, en el siglo XXI ya se puede evaluar su alcance: millones de mujeres incapacitadas y lisiadas científicamente para ejercer como tales, como esposas, como madres, como compañeras de vida. El Novus Ordo Seclorum busca la erradicación de las diferencias sexuales en su dimensión sacra y eminente. Por ello, la mujer moderna es sólo mujer en el aspecto exterior que aún tiene utilidad publicitaria y económica. Si las mujeres cada vez son menos mujeres… ¿Qué está ocurriendo con los hombres?
Devastación del varón; actualización secular del arquetipo masculino: ¿Qué está ocurriendo con los hombres? Lo mismo que con las mujeres. Han conseguido neutralizar los activos viriles que necesita toda comunidad para defenderse: el vigor, la valentía y la lealtad. Para ello, la ingeniería social globalista se ha servido de instrumentos de programación de las masas, como el deporte. Los instintos tribales de agrupación y defensa son controlados a través de espectáculos deportivos. Han conseguido que la furia de un varón ante la injusticia, la barbarie y el ultraje, se controle y se canalice a través de la simpatía sentimental hacia un equipo deportivo. Han conseguido disfrazar el sentimiento de pertenencia a una comunidad con los colorines de las camisetas, las mascotas y los aros olímpicos. Han conseguido captar la atención del varón con una simulada pantomima de valores heroicos, sin ningún heroísmo ni ningún valor. Eso es el deporte.
Otro instrumento para desvirilizar al hombre moderno e incapacitarlo de cara a la formación de una familia ha sido el erotismo. La psicología conductivista aplicada a las masas sabe que un varón bombardeado con estímulos eróticos constantes, acaba acostumbrándose al contenido erótico de tal forma que su libido queda desvigorizada y reducida a lo estrictamente biológico-genital. Algunos lectores jóvenes se sorprenderán, pero así es: cuanto más derroche de energía sexual, menos virilidad. Más claro: cuanta más pornografía, menos fuerza viril.
Esta emasculación espiritual del varón y la animalización de su sexualidad, favorece una trivialización del adulterio, en la actualidad generalizada en todos los países occidentales. A quien no le quede claro que el varón es cada vez menos viril, menos leal y menos vigoroso.
Existen otras herramientas importantes en la desvirilización del hombre moderno, como la industria farmacéutica, la industria alimenticia o la industria del entretenimiento. Incluso en términos cuantitativos y físicos, la OMS reconoce que la calidad del esperma de la población estadounidense se ha reducido en los últimos treinta años en niveles inexplicables. Algo parecido pasa con los europeos y con todos los varones de un mundo ya globalizado. Y si todos reconocen que este mundo ya está globalizado… yo pregunto: díganme, señores, ¿quién lo ha globalizado?
Esto es clave: la familia no ha muerto en menos de un siglo por un proceso natural; se ha cometido un asesinato con alevosía. Existen presupuestos anuales de millones de dólares dirigidos a instituciones, fundaciones y think-tanks que buscan optimizar el control tecnocrático sobre una población valorada como un rebaño de ovejas. Departamentos militares, servicios de inteligencia, ministerios públicos, instituciones filantrópicas… todos persiguen un mismo objetivo (¡llámenlo “socialismo” si quieren, y verán en qué polémica se meten!). La mayoría de los profesionales involucrados en estos organismos no saben (ni quieren saber) para qué agenda están trabajando, y se limitan a actuar según su adiestramiento profesional. El 99,99% de los psicólogos, psiquiatras, sociólogos, educadores, relaciones públicas, publicistas, burócratas varios… van a preferir desoír esta información por una cuestión de mera supervivencia de mentalidad de rata. Siempre van a argumentar: “¡Yo sólo hago mi trabajo!” ¿Y cuál es ese trabajo? Romper la barrera que protege al individuo de un Establishment político muy interesado en controlar cada faceta del ciudadano global. Esa barrera es la familia; y ese ciudadano eres tú.
ADOLESCENCIA PERPETUA
Dr. Eric Trist, usaba técnicas de manipulación psicológica para prolongar la adolescencia
Parte de ese 0,01% consciente de quién es y qué hace, fue Eric Trist, psicólogo que estudió en Yale (Skull & Bones) y fue alumno de B.F. Skinner. Trist observó la posibilidad de modificar la conducta (de hecho, lo llaman “conductivismo”, behaviorism) a través de ciertas técnicas.
Existe una palabra clave en el conductivismo de masas: “crisis”. ¿Cuál es la época más crítica de todo ser humano? La adolescencia. Por ello, se busca prolongar la adolescencia de la población en sendos límites para prefabricar una sociedad global infantil, inmadura, descentrada, irreflexiva, dispersa, distraída y maleable. En civilizaciones normales, la adolescencia era un corto y natural lapso de tiempo (uno o dos años, a los 15 ó 16 años) que precedía a las responsabilidades de la vida adulta. Tras cien años de trabajo de los think-tank globalistas, la adolescencia es un amorfo tiempo extendido desde los diez años hasta unos indeterminados treinta y tantos (o incluso más). Saben que la mejor forma de garantizar la erradicación de relaciones interpersonales profundas es instigar a tener varios compañeros sexuales durante los críticos años de la adolescencia.
Saben que la promiscuidad asegura en la sociedad la incapacidad de aceptar un compromiso amoroso como base para la formación de una estructura familiar. Saben cómo demoler una estructura social sana, porque llevan siglos estudiándolo. A través del massmedia se sexualizó a los pre-púber y se prolongó el infantilismo en edades avanzadas, tal y como el Dr. Trist teorizó hablando de lo deseable que era lo que él llamó“adolescencia perpetua”. ¿Por qué hacer de la población mundial una masa eternamente adolescente? El adolescente es un consumidor nato. El adolescente gasta más. El adolescente es pusilánime. Y sobre todo: el adolescente no es ni un niño ni un adulto; es decir, es completamente dependiente y, al mismo tiempo, es incapaz de formar una estructura familiar independiente. Abrid los ojos y mirad a vuestro alrededor.
MEDIOS Y HERRAMIENTAS DE PROPAGANDA GLOBAL
Joseph Goebbels, profundo conocedor y admirador del trabajo de Bernays, dejó en sus escritos sobre Weltanshauungskrieg en 1939: “En las próximas décadas tendremos medios suficientes para modificar completamente la percepción que el europeo tiene del mundo.” Esos medios -ya lo señaló Le Bay y después Russell- eran medios técnicos, o en definitiva, tecnológicos. La propaganda se serviría de los “nuevos medios” de comunicación que aspirarán a tener un alcance global a lo largo de todo el siglo XX.
La Industria del Deporte: Goebbels dijo con referencia a los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936: “Este grandioso evento será la demostración experimental que mostraremos al mundo de nuestras ideas.
El poder propagandístico del deporte es inmenso en la sociedad global. Incide con virulencia en la emotividad de las masas para transmitir contenidos pseudo-heroicos a niños y adultos. Erradica las referencias viriles genuinas de la cultura, para sustituirlas por modelos comportamentales prefabricados. Por ejemplo: un niño hindú normal crecía escuchando historias de Arjuna, un niño español normal se criaba escuchando leyendas del Cid Campeador, o un niño egipcio normal aprendía de los relatos que escuchaba de Dhul-Nun. En el mundo globalizado, esa autenticidad cultural fue sustituida por Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Kobe Bryan, Tiger Woods, Michael Phelps y compañía.
La Industria del Cine: Si el deporte es la principal herramienta de propaganda global sobre los instintos activo-masculinos, la Industria del Cine se sirve de la pasividad inherente a todo espectador para llevar a cabo una profundísima manipulación psicológica. Que nadie lo dude: el cine es un medio propagandístico. Como industria nació en Los Angeles a principios de siglo XX, y en él siempre prevaleció la “producción” por encima de cualquier dirección artística o trabajo interpretativo a sueldo. El dueño de una película es siempre el “productor”. El cine no es un medio artístico en el que se insertó una industria. No, no, no. Es una industria de propaganda en la que dentro existen destellos artísticos que en última instancia están a sueldo de la producción. En palabras aún más claras: el cine no es el séptimo arte; sino que es -y siempre fue desde su aparición- la principal herramienta de propaganda global. Sobre todo después de la crisis de los años cuarenta, el cine de Hollywood ni tan si quiera es rentable en términos económicos. De nuevo, la financiación de una herramienta propagandística (en este caso, el cine todo ello) se apoya en una sofisticada estructura de fundaciones, entidades privadas y subvenciones públicas más interesadas en su función propagandística y publicitaria. ¿Os habéis preguntado cuánta gente tendría que ir al cine y pagar su entrada para pagar los cachés de Steven Spielberg, Angelina Jolie o Tom Hanks? No hay gente ni salas de cine en el mundo suficientes para sufragar esas cifras. Hay otros financistas y otros intereses.
¿Cuál es la función simbólica de una “estrella”? La de guiar: la Estrella Polar (o el Crucero del Sur) nos guía; la Estrella de Oriente guía a los Reyes Magos; alguien bien guiado es alguien “con estrella”. Obsérvese que se ha creado un explícito “sistema de estrellas” (star system; literalmente así llamado). La población mundial es guiada científicamente por unas referencias comportamentales sistematizadas: las “estrellas” de cine. Para formar parte de ese sistema estelar, además de ser actor, hay que tener algunos de los siguientes requisitos: o ser de origen judeo-asquenazita, o estar divorciado, o tener un pasado problemático con las drogas y el alcohol (o en muchos casos, los tres al mismo tiempo). De forma descarada, algunas de estas referencias estelares se presentan como “Embajadores de Buena Voluntad de la ONU”; otros como “caballeros” de la Reina de Inglaterra; y otros directamente como directores y miembros de entidades educativas, academias artísticas, fundaciones filantrópicas, ministerios de cultura, universidades varias… Estos sinvergüenzas son las referencias comportamentales de todo el mundo globalizado, y a estas alturas la influencia de esta herramienta de ingeniería social se encuentra en extremo desbocada.
TODA LA INDUSTRIA DE SEXO Y PORNO ESTá DISEñADA PARA ESCLAVIZARTE, NO PARA EL PLACER
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La Industria del Sexo: Conviene tomarse en serio como enemigo a la llamada Industria del Sexo. En volumen de negocio sólo tiene parangón con la industria del cine convencional. Si se estudia su financiación y su origen se comprende qué función propagandística tiene. Con la pornografía (tal y como con el opio o la cocaína) ocurre que los primeros consumidores y traficantes formaban parte de la misma élite política. Los primeros pornógrafos fueron nobles europeos e industriales norteamericanos más o menos pervertidos. Con las revoluciones culturales de los sesenta y los setenta, la población tuvo acceso libre a la pornografía, a través de empresas con el mismo origen que las cinematográficas. Hollywood está a lado de San Fernando Valley. Para comprender rápidamente la importancia de la Industria del Sexo en el plan global de destrucción cultural, basta saber que uno de sus magnates, Hugh Hefner, fue asistente registrado de varias reuniones Bilderberg. ¿Por qué comparten mesa tipos como Hugh Hefner o Larry Flint con tipos como Henry Kissinger o David Rockefeller?Insisto en que hay que tomarse en serio la amenaza de la industria pornográfica: ataca y arrasa cimientos culturales con poquísimo esfuerzo, rápido y en masa. No se trata sólo de que el onanismo desvitalice al consumidor de estos contenidos hasta límites que prácticamente ningún moderno va a reconocer por un hipócrita pudor. La pornografía de masa va más lejos: la misma actividad sexual se muestra como una mera masturbación con otro cuerpo, profanando toda valencia sagrada de la sexualidad. Personalmente me niego a pensar que existen tantos onanistas dispuestos a pagar como para mantener una estructura empresarial que mueve tantos millones de dólares. Como ocurre con el cine convencional, el cine porno se apoya en una financiación suministrada por entidades interesadas en su papel propagandístico.
En la pornografía se suministran todos los contenidos propios de una decadencia civilizadora: homosexualismo, sodomía, lesbianismo, coprofagia, bestialismo, necromancia, sadismo… todo. Si comparamos Sodoma con nuestro “mundo feliz” del siglo XXI, parece que la ciudad bíblica sería clasificada como softcore.
La Industria de la Música: La música es otra herramienta propagandística de primer orden apoyada en un industria específica, pues al fin y al cabo ¿a quién no le gusta la música?
Para mejor comprensión: en este artículo se ha citado a Sir Charles Darwin, Sir Thomas Henry Huxley o Sir Bertrand Russell. ¿Qué tendría en común toda esta gente con tipos como Paul McCartney, Mick Jagger o Elthon John? Pues que los unos y los otros (todos ellos) tienen título de Sir británico y son “caballeros” de órdenes de la Corona de los Windsor. Una institución política como la Corona jamás va a conceder honores a alguien que no colabore con sus intereses. El valor artístico es irrelevante, pues la función de estos sires en cuanto sires es propagandística. Científicos, periodistas, militares… son meras herramientas de los intereses imperialistas, y por ello, reciben condecoraciones y honores de instituciones político-militares. Lo mismo ocurre con la industria pop: es otro brazo del mismo plan de agresión.
En última instancia, las fuerzas militares, la psicología de masas aplicada a la ingeniería social y la industria pop, colaboran estrechamente entre ellas. Desde los años sesenta, periódicas “revoluciones culturales” son implementadas para arrasar los sustratos culturales genuinos de todos los pueblos, y de paso, introducir ciertas drogas en la población. La música pop es algo así como la banda sonora que estas revoluciones pret-a-porter utilizan en su imposición comportamental y manipulación social. Cada década tiene su “revolución”, con su droga estrella y con su artista estrellado. En los sesenta, el LSD (con su pelele Brian Jones, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los setenta, la heroína (con su pelele Sid Vicious, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los ochenta, los anti-depresivos y ansiolíticos (y con su pelele Michael Jackson, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los noventa, la cocaína (con su pelele Kurt Cobain, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias) . Las revoluciones pop siguen un padrón repetido: devastación cultural, imposición de una referencia comportamental e introducción social de alguna droga. La única diferencia esencial entre las diferentes revoluciones pop es que en cada década se consigue un alcance mayor, pues las herramientas de propaganda cada vez son más numerosas y potentes.
El último y más salvaje ejemplo de esta imposición cultural es el llamado hip-hop. Una vez más hay que saber discernir entre la manifestación cultural legítima de un pueblo y la utilidad de manipulación cultural que el plan globalista extrae. El pueblo afroamericano es una de las comunidades más castigadas por la ingeniería social tecnocrática. l pueblo afroamericano fue usado para proyectar una “revolución cultural” global, aplicada en todo el mundo, con unos contenidos claros: culto a la violencia, las drogas, el dinero, el crimen y la misoginia. Con la cultura hip-hop, la música pop como herramienta en manos de la ingeniería social global llegó a un nivel de devastación sin precedentes en la historia de la globalización cultural.
La industria del Entretenimiento: Todos estos medios propagandísticos globales (deporte, cine, pornografía, música pop…) se presentan con el pretexto de ofrecer un inocente entretenimiento. De hecho, ellos hablan de una “Industria del Entretenimiento” como un cajón de sastre donde entra todo tipo de propaganda. Fijaos en esta palabra: “entretenimiento”. El entretenimiento es la acción de entretener y, definido por la RALE, entretener no es sino “distraer a alguien impidiéndole hacer algo”. Es decir: no hay entretenimiento posible sin la voluntad de alguien que busca impedir algo al entretenido. ¿Qué pretende impedir la Industria del Entretenimiento? Impedir que cuestiones, que te enfurezcas, que razones, que luches, que veas, que hables, que ames, que leas, que escribas, que pienses… en definitiva, ¡que vivas!Zbigniew Brzezinski dijo en 1970, en “Between Two Ages” que “en las próximas décadas va a resultar prácticamente imposible la existencia de un pensamiento propio.” ¿Acaso piensas que el señor Brzezinski está interesado en tu diversión? Pues lo está: existe una Industria del Entretenimiento que produce cacharros que incluso fueron llamados “Sistemas de Entretenimiento” (Entertainment System). Recordemos la “adolescencia perpetua” del Dr. Trist y la intención de infantilizar a la población global. Hace décadas, apareció en escena algo referido con la palabra “juego” (game, en inglés), es decir, algo para niños. Este “juego” no se comercializó sólo para los niños. En su desarrollo, se puede hacer un seguimiento de los contenidos y asegurar categóricamente que todo esto es muchísimo más que un juego. Es una potentísima plataforma de propaganda global con una influencia de masas en constante crecimiento. Eso son los llamados “videojuegos”.
La industria del videojuego ofrece algo novedoso con respecto a la industria del cine: una ilusión de interacción. Ante una película, el espectador está pasivo tragando contenidos. Ante un videojuego, el jugador cree estar interactuando en una trama (por supuesto, la actividad se reduce a los movimientos de las manos sobre el llamado joystick). El videojugador se involucra emotivamente con lo que está presenciando a través de su ilusoria participación. Resulta previsible que sus apologistas y publicistas aseguren que el videojuego no es más que un juego, como el ajedrez, las damas o el manqara. Pero no es así: los contenidos están científicamente escogidos y en la industria están involucrados las mismas instituciones, entidades, universidades y las mismas corporaciones paraguas que están detrás del deporte, el cine o la pornografía.
Existen extremos ya alcanzados como videojuegos consistentes en ser un criminal proxeneta (San Andreas, de Rockstar Games), atropellar mujeres embarazadas (Carmageddon, de Stainless Games), o realizar orgías sexuales (Sexfriend, de Stone Heads). En el extremo del “entretenimiento” ya alcanzado existen videojuegos que ofrecen una vida alternativa a la vida real, una vida virtual, una ciber-vida (Second Life, de Linden Reseach). Y es que estos “juegos” hace tiempo que dejaron claras sus intenciones: crear una realidad paralela, virtual y paradójica en el sentido de que no puede ser real. El desarrollo de esta herramienta como medio propagandístico llevaría el poder de manipulación psicológica hasta límites difíciles de predecir. Preferimos ceñirnos a la actualidad: si la Industria del Entretenimiento sigue desarrollándose al mismo ritmo que lo está haciendo, ni los más optimistas pueden alejar “los próximos años” que señaló Brzezinski en 1970, del futuro más inmediato. Los medios de propaganda global y psico-manipulación de masas habrán llegado en ese momento a la culminación de su expansión exterior.
En ese momento, la escalada de control sobre el ser humano se concentrará en su interior, en la propia tecnización de su organismo y fisiología. Con control absoluto sobre el exterior del individuo y su contexto social (es lo que han hecho durante todo el siglo XX), la tecnocracia global a lo largo del siglo XXI se sumergirá en el control de su interior y su computarización psicológica. Este viaje infernal ya ha comenzado.
En esta era abierta, la propaganda global ya no tendrá como producto una “ingeniería social”, tal y como ya conocemos. Será (empieza a ser) aún más horrible: al controlar ya no sólo el exterior y lo social, sino el interior y lo psico-fisiológico, la industria propagandística global arrojaría una “ingeniería psíquica”. El siglo XXI se presenta así para la tiranía científica: la sociedad (lo que ya Le Bon valoró como “masa”) ya está controlada; ahora resta controlar directamente al individuo.
La Era Tecnotrónica: El Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard ya citado, Zbigniew Brzezinski escribió en 1972: “La era tecnotrónica involucra la aparición gradual de una sociedad más controlada. Tal sociedad será controlada por una élite no contenida por los valores tradicionales.” La aparición gradual de esta sociedad no es un fenómeno espontáneo, sino que responde a un proyecto de ingeniería social global, apoyado en una ciencia específica y ejecutado por medios técnicos, tal y como se ha explicado en este artículo. Esa “aparición gradual” que Brzezinski anunció en los años setenta, en los años noventa se convirtió en algo “visible” (Recordemos a George H. W. Bush en 1991 y su ya célebre “It’s coming in the view…”), y en el siglo XXI es palpable: una sociedad global uniformada y controlada por medios técnicos en manos de una reducida minoría que proyecta sucedáneos culturales, ideológicos y religiosos a una población en la que han arrasado su sustrato intelectual y espiritual genuino a lo largo del último siglo. En efecto, tal y como dijo y dice Brzezinski, esta sociedad ya está “controlada por una élite no contenida por los valores tradicionales”. Lo que da cohesión a esta élite no es ninguna familia, ni raza, ni religión: es la perpetuación de su oligarquía a través de herramientas tecnológicas y científicas.
Para dicha perpetuación, es necesario arrasar todo (todo) resquicio de sustrato cultural genuino, cualquier base de una comunidad humana, toda estructura de agrupación y cooperación. Es por ello, como ya he dicho, que la familia es (y siempre será mientras sobreviva aún en la agonía) el enemigo final a batir para el socialismo global tecnocrático.
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