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lunes, 27 de agosto de 2012

Personas Tóxicas

Personas Tóxicas, por María Jesús Ribas

                               

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Hay algunas personas que realmente pueden hacer que tú te enfermes.
¿Hay alguien en tu vida -un pariente, un jefe, un amigo, un amante o incluso un cónyuge- que te pone loco? ¿Hay personas que te hacen sentir inadecuado, indigno, o simplemente miserable?
Si hay alguien que no te apoya ni te desea lo mejor, entonces tienes una "persona tóxico" en tu vida.

¿Reconoces alguno de estos terrores tóxicos: El oportunista, el controlador, el entrometido, el sabelotodo, el narcisista yo-yo-yo, el instigador, el calculador frío, el mentiroso? De todo esto ha escrito la psicóloga norteamericana Lillian Glass en su libro superventas "Toxic People" donde brinda consejos para saber qué hacer y cómo hacer para librarnos de todas esas personas tóxicas que a diario tratan de envenenarnos la vida.

Ahora, para introducirnos en el tema de las relaciones tóxicas en un ámbito más personal y familiar, mostramos una serie de dos artículos, todos basados en la obra original de la doctora en psicología Lillian Glass, escritos por una psicóloga clínica y una periodista, respectivamente.

Personas tóxicas

Los celos, el ansia de éxito y el amor de los demás en exclusiva, están en el origen de los vínculos dañinos. Hay seres tóxicos capaces de infectarnos con su negatividad, pero también antídotos y técnicas para librarse de quienes nos amargan la vida e impiden crecer. Hay personas en nuestro entorno familiar, laboral o social, cuyos comentarios y actitudes nos complican la existencia.
Por María Jesús Ribas
Gente peligrosa para nuestra salud mental, emocional y física, a quienes conviene mantener alejados, o al menos a raya, si no tenemos más remedio que convivir o coincidir con esas personas tóxicas. Cualquiera que nos aflige con su actitud hacia nosotros, que no nos deja crecer, que no se muestra contento con nuestros éxitos y que pone barreras a nuestros esfuerzos para ser más felices, puede considerarse una persona tóxica para nuestra vida, aunque para cualquier otro individuo pueda resultar inofensiva.

Para la psicóloga estadounidense Lillian Glass, la raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos. ¿Por qué algunas personas cercanas, queridas o amigas, nos hieren, se enfadan con nosotros, tratan de vencernos, buscan disgustarnos o intentan dañarnos con frases sarcásticas o respuestas que desaniman o al alegrarse falsamente de nuestra felicidad o éxito?

¿Por qué nos hacen críticas destructivas?, ?Debido a los celos y su concomitante envidia?, señala Glass, para quien el descontento y los sentimientos de insuficiencia provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así como el deseo de tenerlas para uno mismo, en exclusividad.
Caldo de cultivo: Los Celos

La frustración de otras personas que nos ven como ganadores y se consideran a sí mismas como perdedoras, las impulsa a golpearnos mental y verbalmente, y a veces incluso mediante la violencia física. También les lleva a involucrarnos en juegos molestos, palabras crueles y comportamientos sucios.
Los celos o la falta de amor propio son la razón de muchos comportamientos negativos hacia nosotros, pero también la causa encubierta de conductas similares de nosotros hacia los demás.

La doctora Lillian Glass, sugiere emplear ciertas técnicas para que los ataques emocionales de la gente tóxica no repercutan sobre nuestra salud física y mental. Para la experta, esto es una cuestión de supervivencia, porque buena parte del bienestar y éxito en nuestra vida dependen de que se mantenga nuestra fortaleza psicológica y emocional.

A veces, para contrarrestar la toxicidad ajena o intentar que no nos afecte, se recurre al consumo de drogas, tranquilizantes o a la alimentación compulsiva. Pero ello sólo es una forma de autodestrucción inconsciente, que sólo ocasiona que esa situación negativa se agudice cuando han pasado los efectos en apariencia placenteros de esos métodos para huir de la realidad.

Tampoco hay que responder con la violencia física, ya que las agresiones a los individuos tóxicos sólo consiguen convertir en víctimas a quienes en realidad son los verdaderos agresores, lo cual realimenta su papel negativo en nuestra existencia: es como intentar apagar un incendio echándole más combustible.
La amenaza en casa

Cuando las personas tóxicas forman parte de la propia familia, pueden plantear un verdadero problema psicológico, debido a la continuidad de la convivencia y el vínculo. Si están en el trabajo, pueden poner en riesgo nuestra continuidad laboral, debido a que se resiente nuestro rendimiento a los continuos conflictos.

Ya sean nuestros padres, hijos o cónyuges, nuestros jefes o compañeros de trabajo, a las personas tóxicas hay que aprender a tratarlas, para que no trastornen nuestro equilibrio vital. Según la investigadora Lillian Glass, la fórmula magistral para desintoxicar nuestras relaciones consiste en comunicarse para afrontar lo que nos molesta del otro y decirlo sin tapujos.

Si tiene un jefe, amigo o familiar que le hace sentir inferior. Si su madre, padre o ambos le han regañado a lo largo de toda la vida. Si está en contacto con un médico, profesor o cliente que le insulta o simplemente le pone enfermo.
Si mantiene algunas de éstas u otras relaciones tóxicas, necesita sobrevivir a ellas.

Para conseguir una convivencia tranquila y feliz, la experta sugiere aplicar una serie de antídotos contra la negatividad. Una solución consiste en mantener el sentido del humor. Relajar las tensiones y divertirse, con ello permite responder al sujeto tóxico y conseguir el beneficio de la risa. Primero hay que relajarse, respirando lentamente unos segundos y exhalando mientras se recuerdan las palabras y acciones tóxicas, como si se las expulsara del cuerpo junto con el aire. Después hay que decir algo divertido, que ponga en evidencia al agresor verbal. Esto sirve para expulsar la tensión acumulada.

También es importante dejar de pensar todo el tiempo en el problema, los cual sólo contribuye a amplificarlo, ya que la mente es cómo una lupa: aumenta aquello que enfoca. Existen momentos en que una persona tóxica parece colapsar nuestra mente, convirtiéndose en lo único en que podemos pensar, lo cual es perjudicial. Hay que gritar o decir mentalmente ¡Basta de pensar! y apoyar esta expresión con frases positivas, como? soy importante?, mi vida es valiosa? o me siento feliz?.
La técnica del espejo

La doctora Glass también aconseja actuar como si fuéramos un espejo. Se puede obligar a las personas tóxicas a ver reflejados sus comportamientos. Si alguien no para de hablar impidiendo que los demás lo hagan, la respuesta puede ser ponerse a ladrar. Cuando el tóxico se calle y pregunte ?¿qué pasa?, se le explicará que esa es la actitud que él mantiene con los demás.

Para que los individuos tóxicos vean cuán absurdas son sus ideas, comentarios y actitudes, lo mejor es formularles con tranquilidad interrogantes sencillos que se conviertan en una progresión lógica que vaya desbaratando sus argumentos, uno tras otro.


A aquellos que odian a los negros puede preguntárseles: ¿conoce mucha gente de color?, ¿ha convivido con ella?, ¿alguien le odia por ser quien es? Sus respuestas evidenciarán lo ridículo de sus ideas. Y siempre habrá más preguntas para ponerles en evidencia.

Aunque parezca difícil, hay que intentar emplear la cordialidad. Convertir el enfado en amabilidad es una respuesta ideal frente a muchos que van de duros por la vida. Los motivos de su actuación suelen ser la inseguridad y la falta de amor propio. Al saber que esas son las causas de su toxicidad, puede controlarse el enojo y transformarse en amabilidad, con lo que se ?sosiega a la fiera?. Muchas personas que tratan con el público hacen gala de esta capacidad, que da frutos asombrosos.

Otro antídoto para la toxicidad mental, consiste en desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona venenosa: sacarla de nuestra vida, no preocuparse por ella, no desearle ni bien ni mal, visualizar la desconexión con ella, dejarla atrás.
Catálogo de Personas Venenosas

Según Glass, estas técnicas son efectivas para contrarrestar a los que ella denomina “treinta tipos de terrores tóxicos”, entre los que incluye al parlanchín, el chismoso, el cortante, la víctima sombría y condenada, el apuñalador de dos caras, el bromista, el matón rencoroso y autoritario, y el mentiroso. Todas son distintas formas de personalidades que coinciden en intoxicar la vida ajena.

Otras versiones de individuos tóxicos, que podemos descubrir en nuestro entorno, son el individuo entrometido, el fanático, el presumido, el competidor, el maniático del control, el crítico acusador o el arrogante sabelotodo.

A veces, la presencia de conflictos continuos, puede indicar que el ser tóxico es uno mismo, en vez de los demás. Lo cual no cambia excesivamente las cosas, porque el resultado es similar: un continuo malestar y dificultades para relacionarnos.

En ese caso hay que reconocer el problema y dejar de amargar a los demás con nuestros celos más o menos encubiertos. La clave, como siempre, es la comunicación: con uno mismo, para descubrir la verdadera raíz de nuestro comportamiento, y con los demás, para dejar de hacerles la vida imposible.

Fuente:: www.formarse.com.ar
http://armonicosdeconciencia.blogspot.com.ar/2010/11/personas-toxicas-por-maria-jesus-ribas.html

Si te hace sentir mal, no es para vos
La norteamericana Lillian Glass, experta en vínculos, explica cómo liberarnos de las relaciones tóxicas.
Por Isabel Martinez de Campos.


¿Cuántas veces lo habremos vivido? 
Sentir que estamos junto a una persona con la que no sintonizamos y que, más allá de lo que hagamos, siempre hay algo que no funciona? Buscamos soluciones bien intencionadas, una y otra vez, pero siempre terminamos en el mismo lugar: el conflicto. Tenemos la sensación de que no nos podemos comunicar, intentemos lo que intentemos, digamos lo que digamos. Desde esa amiga que siempre está en problemas y nos chupa la energía sin importarle qué hacemos o cómo nos sentimos hasta esa otra que cuando estamos contentas por algo nos arruina la fiesta con un comentario sarcástico que nos deja pensando el resto del día; desde ese marido que controla cada paso que damos hasta la jefa a la que no hay “nada que le venga bien” aunque nos esforcemos continuamente, las relaciones tóxicas están siempre en alguna parte en nuestra vida cotidiana.
“Las relaciones tóxicas nos van minando la autoestima, nos destruyen poco a poco hasta hacernos sentir que no valemos ni un poquito”, dice la psicóloga Lilian Glass durante una entrevista con Sophiadesde Estados Unidos.
 La conocida autora del libro Relaciones tóxicas: 10 maneras de tratar con las personas que te complican la vida, que vendió millones de ejemplares en todo el mundo, les “puso nombre” a estos vínculos que tanto nos destruyen.
Antes de viajar a la Argentina para presentar su nuevo libro, Hombres tóxicos, nos explicó cómo podemos salir de un vínculo que nos intoxica. Durante la charla, nos invitó a mirarnos hacia adentro y a descubrir la razón por la cual nos “enganchamos” en relaciones que no nos hacen felices.
Si cada vez que nos juntamos a tomar un café con una amiga salimos amargadas, o si el llamado de un hombre nos perturba, algo anda mal. Hay que aprender a escuchar a nuestro instinto, esa voz interior que nos dice que si una persona nos hace mal, entonces, no debe de ser para nosotras. La propuesta de Lilian es escuchar y distinguir entre un vínculo enfermo y uno saludable, para salir adelante y dejar atrás no solo lo que nos enferma sino, por supuesto, a la persona que nos intoxica.
Usted dice que la gente tóxica es conocida como “vampiros psíquicos”, gente muy deprimida consigo misma, que para mejorar su estado de ánimo tira abajo el de los demás, lo que les genera a estos últimos confusión, inseguridad, dolor y tristeza en sus mejores momentos…
Sí. Por ejemplo, es esa persona que un día que estás contenta –ya sea en una fiesta, en un cumpleaños o por un viaje que te ilusiona– te hace un comentario que te tira para abajo. Puede parecer tu mejor amigo, tu pareja, y hasta da la impresión de que te quiere, pero en un minuto puede empezar a criticarte, siempre “con cariño”, “de manera inocente”, o con “la intención de ayudarte”, para que tus momentos de alegría decaigan. Lo puede hacer hablando directamente con vos o sembrando chismes entre la gente que te rodea.
Y están siempre dando vueltas por nuestra vida esos personajes que nos generan esa necesidad de preguntarles a otros: “¿A vos te parece bien esto que me dijo? Supuestamente, me quiere, pero me está tirando este palo”…
Sí, es gente que te absorbe la alegría, por medio de su propia negatividad camuflada en “críticas constructivas”. Son los que antes, después o durante una linda reunión te hacen un comentario o te dicen algo que te envenena la sangre, o te pelean sin sentido, te provocan, y al minuto te abrazan y te dicen que todo está bien, que no pasó nada, que te olvides, o que no seas exagerada si te lastiman. Pero la fiesta ya te la arruinaron
¿Cómo se manifiesta ese vínculo con una pareja o con un socio, a quienes tenés que ver y con quienes tenés que hacer acuerdos todo el tiempo?

Se manifiesta con acciones que no suman. Una persona tóxica es una persona que no nos apoya, que nos tira para abajo, que no nos trata con respeto. Nos hace sentir mal con nosotras mismas, nos absorbe la energía, nos desvaloriza en nuestra integridad, nos hace creer que somos menos de lo que somos, nos complica la vida, nuestras decisiones, nuestros proyectos. Una persona tóxica nos provoca emociones negativas, nos maltrata. Al hacernos sentir mal con nosotras mismas, nos influye en nuestra manera de actuar. Cuando estamos con esa persona, no nos sentimos bien.

En su último libro, usted se refiere específicamente a varones tóxicos, pero ¿puede suceder con otras personas?
Claro que sí. Podemos tener una relación tóxica con nuestra pareja, con amigas, con algún familiar, con una compañera de trabajo, con la persona que nos lleva las cuentas o con cualquier otra que forme parte de nuestro entorno y nos haga sentir mal.

¿Cómo me doy cuenta de que estoy con una persona tóxica?
Hay síntomas de todo tipo, emocionales y físicos. Puedo dar algunos ejemplos que nos pueden suceder con una pareja, pero también se adaptan a otro tipo de vínculos. En el plano emocional, nos podemos sentir infelices y sin ilusión para la vida, en especial cuando estamos junto a esa persona. También solemos llorar mucho, porque hiere nuestros sentimientos y el dolor nos sale por donde puede. Nos sentimos limitadas, sin ganas, enojadas, irritables, con la sensación de que la vida no tiene sentido; podemos comer en demasía para tapar el dolor emocional y hasta consumir drogas u hacernos adictos a otras sustancias. En el plano físico, nos puede doler la cabeza, tener náuseas, vómitos, contracturas, alergias.
Y en el fondo también debe de haber miedo...
Sí, cuando tenemos un vínculo tóxico, aparece el miedo de ser quien realmente somos, una sensación de que hay que andar con cuidado por “donde uno pisa”. Sentimos temor de decir algo equivocado y que nos lo echen en cara, pánico a que el otro se enfurezca si no hacemos exactamente lo que quiere o a no saber cuándo y por qué va a explotar, y en algunas ocasiones hasta miedo físico de que nos golpee.

¿Cuáles son las consecuencias en nosotras cuando una relación nos perjudica?
Esto es un proceso que va minando poco a poco nuestra autoestima, y a medida que vamos transitando el vínculo, cuando nos queremos acordar, ya nos empezamos a creer los comentarios y las críticas, o a cuestionarnos nuestras capacidades, nuestros talentos, nuestra inteligencia, nuestra belleza, nuestro carisma y nuestra atracción.

¿Existen pistas para darnos cuenta en un primer momento de que una persona puede ser tóxica para nosotros?
Sí, hay distintas pistas. Una persona tóxica puede tener actitudes controladoras, no mirarte mucho a los ojos, ser burlona, sarcástica; pero básicamente, ya desde el principio, no te hace sentir cómoda. Siempre sugiero a las mujeres escribir qué las pone incómoda de una persona, o que tipo de gente –y con qué características– nos ha hecho sentir mal a lo largo de nuestra vida. Seguramente, mediante ese pequeño listado, encontremos un patrón común en todas aquellas relaciones y, así, en el futuro podremos reconocer a una persona tóxica apenas aparece. Por ejemplo, nos daremos cuenta si en el pasado lo pasamos mal porque tuvimos una jefa que necesitaba ver todo lo que hacíamos, si después tuvimos un novio que necesitaba saber a dónde íbamos y marcaba cada paso de nuestras decisiones u otro que miraba si la casa estaba perfecta, se ponía histérico si tenía una arruguita en el traje y nos decía que todo estaba sucio y desorganizado.
En su nuevo libro Hombres tóxicos, usted habla de distintos tipos de personalidades poco saludables…
Luego de escuchar a cientos de mujeres en mi consultorio, armé varias tipologías de hombres tóxicos, que se adaptan a mujeres también y a otras relaciones que tenemos en la vida: jefes, amigos, socios, empleados y más. Para empezar, hablemos del competidor celoso, aquel que siempre intenta quedar por encima de nosotras poniendo en tela de juicio casi todo lo que decimos y que provoca discusiones para controlar y sentirse superior. Después está el tranquilo, que puede entrar en erupción en cualquier momento. Este tipo siempre guarda lo que tiene adentro, nunca dice lo que realmente siente; si está triste o enojado, nunca lo sabremos, pero él guarda un registro de todo y después explota en un torrente de ira que puede haber sido provocado por algo insignificante y, en realidad, es por todas las cosas de nosotras que le molestaron desde que nos conoció. También está el obseso por el control, furioso y déspota. Este tipo de personalidad es aquella que nos dice lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo, nos intimida, se enoja si no hacemos lo que él quiere.
Y también estarán los narcisistas, los que siempre se miran el ombligo.
Sí, esas son las personas narcisistas egocéntricas, cuyo lema es: “Yo, mí, a mí, conmigo, para mí”. Su única preocupación es ellas mismas. Si no estamos dispuestas a hacer algo para esa persona, no le seremos de utilidad. También está la persona débil y sin iniciativa, que no es capaz de tomar una decisión sobre nada y suele verse arrastrada por la opinión de la gente. Vive con miedo, proyecta ese miedo en nosotras y, entonces, solemos intentar ayudarla, salvarla.

¿Y los que con la excusa de ayudarnos nos destruyen?
Son las personas cizañeras y traidoras, que se meten en nuestras cosas todo el tiempo como si fueran asunto suyo o intentan manipular la situación y a nosotros para lograr que hagamos las cosas a su manera. La persona que todo lo sabe y siempre está segura de que tiene todas las respuestas. Siente que es más viva que las demás, que sus opiniones son las únicas que valen y que sus convicciones morales son las que debiera adoptar todo el mundo.

¿Existe alguna tipología de víctima ideal para las relaciones tóxicas?
Todos podemos ser víctimas, pero en general esto se da en personalidades maternales o protectoras, así como en profesionales que ayudan a los demás: enfermeras, médicos, maestras. Personas receptivas al maltrato, en su mayoría mujeres, según demuestran las estadísticas. Muchas mujeres están preocupadas por no herir los sentimientos de los hombres y se olvidan de preocuparse por ellas mismas y sus propias necesidades emocionales. Muchas mujeres están sufriendo abusos y ni siquiera lo saben.

¿Cuál es la mejor manera para lidiar con una relación tóxica?
En primer lugar, lo ideal es mirarnos para adentro, conocernos y preguntarnos por qué nos enganchamos en este tipo vínculos. Seguramente, con una buena terapia, veamos que muchos de estos vínculos están relacionados con nuestra historia familiar y lo que ella dejó en nosotros. Pero, obviamente, en la convivencia o a la hora de lidiar cada día en nuestra vida con determinada gente tóxica, el humor resulta ser una técnica infalible. Con el humor le demostramos al otro que no nos enganchamos. Como dice el dicho: “Se necesitan dos para bailar el tango”. Al usar el humor demostramos que no nos afecta lo que el otro está diciendo. Siempre hablo también de una técnica de respiración donde nos conectamos de nuevo con nosotras mismas para que el otro no nos perjudique. Para mí la conexión es fundamental; siempre es bueno escribir un diario de lo que nos sucede, de cómo nos vamos sintiendo.
Y huir de las personas que nos hacen mal.
-Sí, claro, hay que dejar los vínculos que nos hacen mal. Y también hay que aprender a mirar alrededor y ver las relaciones sanas para saber qué queremos realmente. Tenemos que preguntarnos por qué estamos relacionándonos con personas que nos hacen mal. Debemos alimentar nuestro valor interno, nuestra autoestima, para entender que en esta vida tenemos derecho a ser bien tratadas y que las relaciones son de igual a igual, simples, sin presiones ni de un lado ni del otro; para comprender que una relación nos tiene que nutrir, ayudar a crecer.

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