domingo, 17 de junio de 2012
“La liberalización de la supresión de la vida sin valor”
Se publica en Italia la obra de Karl Binding y Alfred Hoche
Si la vida es “indigna de ser vivida”...
Por fin se ha traducido al italiano el libro de Karl Binding y Alfred Hoche Die Freigabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens (“La liberalización de la supresión de la vida sin valor”), publicado en Alemania en 1920 (Precursori dello sterminio, Verona, Ombre Corte, 2012). Digo “por fin” porque se trata de un texto que marca una divisoria, suscitando muchas e importantes reflexiones, sólo en parte explícitas en la introducción —muy concentrada en el plano jurídico— de los dos encargados de la obra, Ernesto De Cristofaro y Carlo Saletti, sobre la historia del siglo XX.
El libro revela, de hecho, con la fortuna de que disfrutó en la Alemania de la primera mitad del XX —en el momento del ascenso del nazismo la definición de eutanasia de la célebre enciclopedia Brockhaus se inspiraba en su obra y les citaba—, que el pensamiento eugenésico llevado a sus resultados extremos estaba difundido y era compartido también antes de la subida de los nazis al poder. Y gracias a estudiosos que no eran nazis: el jurista Binding murió en 1920, y el psiquiatra Hoche (alumno de Ernst Haeckel, quien llevó a Alemania el evolucionismo darwiniano) incluso presentó su dimisión de la universidad en el momento de la toma del poder por parte del nazismo. Por lo tanto, aunque los nazis hicieron después un gran uso de este texto difundiendo sus tesis de base, se trataba de ideas germinadas en una cultura precedente: el darwinismo eugenésico, tan en boga en esos años en Europa.
La obra puede leerse como un texto irremediablemente superado, y ligado a la ideología nazi, si se subraya el tema, desarrollado sobre todo por Binding, del poder del Estado sobre las vidas humanas. En efecto, la idea de pueblo alemán —concebido como unidad etnológicamente homogénea, constituida por individuos fuertes y saludables— lo eleva como sujeto poderoso a quien el interés de cada vida individual ha de ser subordinado.
Pero es también un texto muy actual: en los ensayos de ambos autores el extra-poder del Estado sobre el individuo, sin duda presente, constituye sólo una pieza, ya obsoleta, del razonamiento. En los motivos asumidos para justificar —es más, para desear— la eliminación de las personas gravemente enfermas o con trastornos psíquicos encontramos ideas y vocablos en uso todavía hoy entre los partidarios de la eutanasia y de la selección de fetos.
Y es que Binding y Hoche sostienen que no se puede considerar vida en sentido pleno la de quien, a causa de la enfermedad, está expuesto a una agonía dolorosa y sin esperanza, o la de los idiotas incurables, que arrastran existencias sin objetivo ni utilidad, imponiendo a la comunidad el gravamen de sostenimientos pesados e inútiles. A propósito de estas personas, los dos estudiosos inventan una nueva definición que gozará de un gran éxito incluso más allá de la derrota del nazismo: “vidas no dignas de ser vividas”. Una definición que allana el camino a la eliminación de los enfermos y de los discapacitados permitiendo que estos homicidios se justifiquen con una motivación moralmente apreciable: ellos hablan de “muerte caritativa” (Gnadentod).
Son las mismas palabras que vuelven a los escritos de muchos “bioéticos” contemporáneos, y de muchos políticos que sostienen propuestas legislativas de tipo eutanásico. Como escriben los encargados de la obra en la introducción, “la noción de vida como bien digno de tutela se desancla en adelante de cualquier postulado metafísico, de cualquier dogma iusnaturalista, y se orienta hacia una semántica de la concreción y de la inmanencia: la vida tiene valor en la medida en que procura placer y se sustrae del dolor”. Este libro, justamente por sus rasgos siniestramente actuales, debería ser fuertemente embarazoso para quienes sostienen la eutanasia pensando que nada tienen que ver con el nazismo.
Hoche se revela igualmente como un representante de esa actitud cientista —aún hoy viva— según la cual la ciencia jamás se equivoca y es digna de fe como un dogma. Proponiendo la eliminación de los enfermos mentales, sostiene en efecto que la ciencia médica del tiempo es perfectamente capaz de establecer, sin margen de error, si un enfermo psíquico es incurable o no.
Desprecio de la vida humana imperfecta, sobrevaloración de las capacidades de la ciencia: he aquí dos actitudes fuertemente presentes todavía en nuestro tiempo, que demuestran que la eugenesia sigue viva, que no fue liquidada junto al pasado nazi. También porque con este último se identificaba sólo en parte. Como prueba el libro de Binding y Hoche.
Lucetta Scaraffia
5 de mayo de 2012
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